Fénix 21, 62-74

\CEIA AC'ITAtllH.O DE V/GIL 73 tesis sostenida por el teólogo domínico holandes Schillebeeckx sobre la virginidad dc Maria entendida como una verdad simbólica más que real y sobre la Resurrección no como un hecho físico sino como expresión de la influencia de Cristo sobre sus discípulos y de su presencia en el corazón de los cristianos; el énfasis de otros autores más osados todavía sobre la humanidad más que la divinidad del Salvador con el cual sc elude el apoyo a la idea de que fue la encarnación del hijo de Dios; la aceptación de los sacramentos no como fórmulas mágicas pro– veedoras de gracia divina sino como signos de un compromiso espiritual; la reinterpretación de otros dogmas a través de una ética orientada por imperativos de amor basados en el individuo mismo; la campaña para permitir, en algu– nos casos, el divorcio, el nuevo matrimonio, el aborto y hasta las relaciones sexuales entre solteros; los casos en que sacerdotes y monjas han optado por ca– sarse; la beligerancia a veces estridente, para vincular a la Iglesia con los po– bres y contra los ricos y también a favor dc la paz internacional; los proyectos para llevar a los Ohispos a participar en el gohierno eclesiástico y para buscar la cooperación de los laicos, en principio estimulados por el Concilio Vaticano JI; la búsqueda de la libertad para las iglesias locales que propugna el teólogo Gregory Baum de Toronto. Curiosamente similares a las ideas de Vi gil resul– tan obras reciente como Infallibility and the Eoidence del obispo Francis Si– mons de India donde son negados los derechos y privilegios del Papa; A Ques– tiori of Conscience del teólogo inglés Charles Davis escrita para sostener que el catolicismo ha perdido su sentido y que hay que abandonarlo como él 10 aban– donó en 1966; o The Future of Beliei del filósofo Leslie Dewart donde, en cam– bio, se afirma que hay que defender las libres opiniones dentro del seno de dicho credo y negar a la jerarquía el derecho de ordenar todo lo que debe creer la eomunidad. El 28 de octubre de 1969 concluyó en Roma el Sínodo extraordinario de Obispos y en él quedó señalada la tendencia a hacer de la Iglesia católica algo así como una "monarquía constitucional", Se aconsejó humildemente al Supre– mo Pontífice reunir con carácter periódico al Sínodo ordinario; crear entre los Obispos y él un organismo que pueda, cuando sea necesario, prescindir de la Curia Romana, considerada como excesivamente conservadora y obstruccionista; organizar conferencias nacionales de obispos con facultad para pl'Oponer al Sínodo temas de debate; inaugurar relaciones de consulta mutua entre el Pontífice y aqué– llos. sobre asuntos graves. El principio de la "colegialidad" que inspira dichas suge– rencias fue notorio en el Concilio Vaticano de 1962-65 y tiene partidarios tan entu– siastas como el Cardenal de Bruselas León José Suenens. Entre la Curia y los Obispos hay de hecho, aunque cortés y tácitamente, una diferencia. En el ele– 1'0 mismo se nota, en diversos países, múltiples síntomas de inquietud; uno de los temas más debatidos es el celibato eclesiástico. El periódico The New York Times reveló e12 de noviembre de 1969 que, por lo menos, 7137 sacerdotes habían soli– citado al Vaticano permiso para casarse en los últimos seis años. Los puntos de vista de la asamblea pastoral de Holanda, posterior al Sínodo antes citado, seña- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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