Fénix 21, 62-74

NUEVA ACTUALIDAD DE VIGIlo 65 afirma en las nutridas páginas de ella: que los Pastores deben dejar cuanto tie– nen de profano y civil y entregar a las autoridades seculares todo lo que, por su naturaleza, es propio de eUas. Otras típicas frases suyas son: "Harto grande y respetable es la autoridad del sucesor de San Pedro y harto independiente por su naturaleza y la institu– ción de Jesucristo, para que haya menester brazo de carne que la sostenga y proteja. Hlustre Pío! ¡Sed Pedro y nada más que Pedro y veréis en torno vues– tro a todas las gentes! "Nosotros no hablamos para luego sino para el tiempo oportuno en la posteridad", declara aquí; y agrega que no deben hacerse las mudanzas "sin que esté preparada la opinión que todavía es adversa en la ma– yor parte de nuestros pueblos". El libro termina con un himno a la tolerancia puesto que "la discordia es el gran mal del género humano" acompañándolo con la pintura sombría de los intolerantes y de los males que ellos ocasionan. El género humano no se encuentra todavía en su propio lugar a causa de esos su– jetos. Las últimas palabras, coincidentes con las que finalizan otros escritos de Vigil, reafirman su propósito de contribuir "aunque pobremente, a la unión, a la paz y a la dicha del género humano". A falta de galanura en el estilo, Vigil pone en esta obra un cuidadoso deta– llismo para refutar cualquier objeción y para reforzar sus puntos de vista con notas rebosantes de colosal erudición canónica e histórica, aunque no filosófica. Al publicar el prospecto empezó a recibir invectivas a las que respondió con el si– lencio primero y luego, en las primeras páginas del libro, con una expresión de agradecimiento porque habían dado importancia a su trabajo. Aunque había formado su andamiaje documental desde varios anos antes de su ingreso a la profesión de bibliotecario, es muy probable que los fondos de la entidad a su cargo le sirvieran para completarlo, así como, quizás, para ayudar a sus obras posteriores. Vimos de cerea, entre 1919 y 1930, el caso de un le– jano sucesor del polemista tacneño que utilizó para sus trabajos propios los fon– dos del establecimiento entonces a su cargo: el del doctor Alejandro O. Deus– tua. Pero el gran filósofo y maestro universitario encargaba a Europa los li– bros que le parecían fundamentales. En 1848, el año en que apareció el primer volumen de la Defensa, la Guía de forasteros señalaba que la Biblioteca Nacional estaba situada en el lugar contiguo al convento de San Pedro que fue colegio de caciques y a la derecha de la entrada a él. Poseía 25,523 volúmenes. En ella habían tres sa– las. La principal albergaba sesenta y un estantes entre altos y bajos de cinco anaqueles cada uno, de elegante arquitectura, dorados sobre fondo blanco, en los que estaban colocados 13,523 volúmenes por orden de materias. De las otras dos salas, menores que la principal, formando un crucero con ella, la mayor ser– vía para lectura. La menor, contigua hacia el interior, tenía origen reciente por Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx