Fénix 21, 62-74

NUEVA ACTUALIDAD DE VIGIl, 69 oían orientarlos hacia el trabajo, Dedicó, asimismo, atención especial a la edu– cación de la mujer y a la educación del clero. El escrito de 1858 sobre la importancia de las aSOCiaCIOneS que acaba de mencionarse fue reproducido en El Hijo del Pueblo de 1864 y considerablemente ampliado cn El Correo del Perii en 1871-72. Esas asociaciones por Vigil elogia– das debían ser privadas y autónomas, con funciones complementarias a las de las entidades civiles para el logro del bien común. Su nivel tenía carácter intermedio entre el individuo y el Gobierno y en su desarrollo hallábase un fac– tor potencial para ayudar a evitar el absolutismo político. Vigil consideraba que era una desgracia para la sociedad que se esperase lodo del Estado o qne se viviera en el temor de él. El régimen republicano debía ayudar a toda costa a las asociaciones. Ellas podrían establecer escuelas primarias, centros y salas de recreo, cajas de ahorros, planteles para la educación de adultos. A quienes tuvieran fortuna les aconsejó que las protegiesen en todo lo que fuera posible. Poseemos evidencias de que no hubo una íntima relación entre Vigil y los primeros esfuerzos para organizar en el Perú sociedades obreras entre 1862 y 1875. En 1863 editó el incansable polígrafo un Manual de Derecho Público Ecle– siástico para el uso de la juventud americana y unos Diálogos sobre la existencia de Dios y de la uula futura. Se enfrentó con ellos al ateísmo y al ecepticismo; pero intentó utilizar para sus argumentos sólo la razón natural. Llegó a decir que no existían necesariamente premios y castigos eternos y se refirió también a la "eternidad" de la materia. En los Diálogos prescindió de la revelación. Las dos obras llegaron a ser condenadas en Roma por la Sagrada Congregación de los Cardenales mediante los decretos del 25 y del 29 de abril de 1854. Vigil dirigió entonces en latín y en castellano al Papa Pío IX una segunda y extensa carta polémica suscrita el 20 de marzo de 1865; pero durante algún tiempo, la mantuvo inédita. En 1864 publicó una segunda edición aumentada y corregida de los Diálogos. La defensa de América republicana agredida por Europa monárquica en NIéxJ– eo y en Santo Domingo y la del Perú y dc Chilc de 1864 a 1866 por la escuadra española, movieron apasionadamente la pluma del ya anciano director de la Biblio– teca Naeioual de Lima en colaboraciones diversas que acogieron La América, El Hijo del Pueblo y varios otros periódicos de la época. Igualmente trató en vano de ayudar a los liberales del Congreso Constituyente de 1867 con nuevos opúsculos cuya publicación tardía fue hecha en El Correo del Perti de 1871-72. y cuando, bajo el seudónimo Un Thoboriano, apareció un folleto para defender a la monarquía en 1867 ya que el autor consideró que el sistema republicano ha– bía fracasado en América, Vigil se apresuró a refutarlo. Expresó entonces su so– lidaridad con la cxpericnciu vivida en el Perú desde 1822 a Ilesar de todas sus imperfecciones y de todas sus taras. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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