Fénix 21, 75-81

CARLOS A. RO'HERO 79 habría sido mayor, pero el presupuesto le asignaba una cantidad muy módica y el mismo Director venía a percibir un sueldo que casi podríamos llamar de miseria y que D. Carlos A. Romero hubo de aceptar. Ello le bastó para mano tenerse en una medianía decorosa, gracias a su frugalidad y a la remoción de gastos inútiles. Vivía en una antigua casa del jirón Paruro, de reja, un pa· tio de entrada, el salón y la cuadra, que hacía de comedor y habitaciones a los lados. Allí se retiraba al caer de la tarde, después de su visita a la imprenta de El Comercio, en donde por largos años se dedicó a traducir los cables pro– cedentes del extranjero. Hecho esto, volvía a la Biblioteca, pero se retiraba a las oraciones, hasta el día siguiente, en quecoll toda puntualidad hacía su apevición en las primeras horas de la mañana. No tuvo a sus órdenes secretario o amanuense. y él mismo respondía la correspondencia y redactaba los artículos que enviaba a la imprenta. Gracias a su buena salud, Ilegó a alcanzar más de noventa años de vida y no sintió sino muy tarde el desgaste de los años. Después de una vida transcurrida en la Bi– blioteca y haber prestado servicios eminentes a la institución, vino a fallecer alejado de ella en cierta manera como proscrito del lugar en donde había em– pleado lo mejor de sus energías. Olvidado de casi todos, vino a extinguirse en la casa en donde por tantos años había habitado el 31 de agosto de 1955, a los 91 años de su edad. En vida había recibido algunas distinciones; miem– bro del Ateneo. del Instituto Histórico, del cual fue fundador, de la Sociedad Geográfica de Lima y de muchas instituciones del extranjero. La Universidad de San Marcos por su Facultad de Letras en 1930 lo condecoró con el título de Doctor Honoris Causa y tardíamente, se le adjudicó el Premio Nacional dc Historia Inca Garcilaso. Esto último necesita una aclaración. Romero, ya retirado de la Biblio– teca, había entregado al Iihrero Klein el manuscrito de su Imprenta en Lima, obra en la cual había trabajado largos años y que esperaba poder publicar. Ne– cesitado de recursos. creyó que podía presentar su trabajo, para que se lc otorgase uno de los premios de cultura que para estímulo de los escritores na– cionales se concedían anualmente. Me llamó a mí, a fin de quc yo recabase el manuscrito de manos de Klein y 10 presentase al concurso. Hícelo así. Hablé con Klein y yo mismo cntregué en la Dirección de Educación Artística y Ex– tensión Cultural el trabajo de Romero. Quiso Dios que se le asignase el pre· mio, y así esta distinción como la suma que recibió, vino a remediar en par– te la estrechez en que vivía y pudo disfrutar por un instante las alegrías del triunfo. La familia recobró el manuscrito, pero más adelante. el Director de la Biblioteca de Santiago, Feliú Cruz, Jo pidió para publicarlo junto con La I/IZ· prenta en Lima del conocido bibliógrafo José T. Medina e). La I m.prenta :\ El Autor de estas líneas ha puhlíeado en uno de los tOIllOS de su Biblioteca Peruana. los impresos peruanos r-n el extranjero, donde registran unas :90 piezas 110 descritas por J\1e– .Iina en su Bibliografía Jli8pano~Aln?ricWHl. En los tOlUOS siguientes llega a describir unas 5680 impresas en el Perú, es decir 1700 más que las registradas por el hihliógrafo chileno. V ~ase la citada Biblioteca y el Suplemento. puhlicado en Lima en 1968. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx