Fénix 21, [88-183]
de las templadas regiones que el Dios del dia alumbra en m:dio de su carrera, de la que se abusaba extraordinariamenn-, y la que se osa– ba aún burlar, veudiendosenos á peso de oro distinciones las mas frívolas, ó el preciado favor de que depusieran, por un momento su torvo sobrecejo los mandones. Ni con mas justicia se nos acusara ja– mas de desacuerdo, entre este genero peculiar de nuestro carácter y la executiva necesidad de las circunstancias. No ignorabamos que un acto de vigor puede obrar mutaciones favorables, en crisis que el co– mun de los hombres contempla desesperadas; pero la hidra sarwrienta para inmortalizar la opresion, descollaba sobre el aparato ame~azant~ de una soldadezca feroz, y no se avanzaba, sino precedid a del ca– ñon: y su presencia, produciendo los efectos que la de la cabeza de Me– dusa, inutilizara para siempre nuestros mas costosos sacrificios. En. tre tanto, el universo se llenaba de nuestras imprecaciones y nuestras quejas; y ll¡i los vivos resentimientos no se 'atrevían á manifestarse sobre el teatro mismo de la desgracia, mientras mas comprimidos, ellos de– bian hacerse mas profundos, j O tocantes y dolorosas memorias! ., • Mas ya no es tiempo de recordar ¡pocas tan lamentables, sino para dolerse de infortunios que han pasado, y para que su contraste con nuestra actual situacio[) dexe sentir todo el precio de la mas subita y asombrosa metamor– fosis j Ah! j que metamorfosis! Si la embriaguez del poder y de la ad .. ministracion hizo salvar á IOB tiranos todas. las barreras de la justicia" y si á la frente de satélites armados, desplegaron por tanto tiempo, so.. bre nosotros, un despotismo sin freno, la fuerza ha cesado por fin, de protegerlos: el espanto enponzoiia ya sus días, de los que sera inseparable el odio publico; mientras que la historia se prepara á per– seguirlos todavía despues de su muerte. Este siglo tan fecundo en maravillas, nos presenta uno de esos hombres extraordinarios de cuya producción es tan avara la na':' turaleza, como que agotada con los esfuerzos que la cuestan, nece– sita tiempo para el restablecimiento. Inspirado de una verdadera fi– lantropía, desinteresado hasta el escrupulo, y lleno de la ánica am– bicion de que son susceptibles las almas corno la suya, cual es la sólida gloria de salva!" a sus conciudadanos, se ve fomentar, de Sil propia llama, las centellas de patriotismo ~ue acaloraban los pechos– y sostenido de la opinion y del voto público, no menos que del va: 101' de un exercito al que nada es capaz de detener en el CIlfSO de sus triunfos ,destroza cadenas ultrajantes, y sus virtudes le enseño– rean de todos los corazones. Defensor zeloso del honor y la fortuna peruana, no es menos el PROTECTOR benéfico de los pueblos que ha librado la fuerza de su diestra victoriosa. Ya ocupado todo de la causa pública, solícito cual siempre, de prevenir la desorganiza– cion y el desastre, amigo del órden no menos que de la libertad: la fama, resonando por el mundo de sus merecidas alabanzas, le procla .. ma digno de una corona civica J así como ha merecido, tantas ve.. . ces) los laureles de guerrero. . Tal es el cuadro de la presente revolucion , y tal el pun- to de vista, baxo que debe considerarse cualquiera otra que se des.. pi egue en circunstancias iguales y con los mismos auspicios qUl¡) edad, que valor bastarla para ponerse tÍ cubierto de tempes.tad tan des– hecha? Hubiera sido necesario escudarnos con la égid~ de Mtn~. ¡' Oh/ El dia habla de llegar en que poseyerameB esta égida misteriosa ; pero este dia aun estaba distante de nosotros; puee pe el /u:J.o6rle amam88f t~ reseT'Pao(,¡ tÍ lapresencia del MrQe Li6ertad()T, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971
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