Fénix 21, [88-183]

4 , bieruos . ,¡; la neglig¡n6a en formar hombres "propósito rl3ra aliviar– los en ]v: detalles de h administracicn. Se dirla"t'tpe':Ib'io la eleccion que hacen casi :iJ¡>mpre mal ¡nfon1l8do~< basta p:lr~~e~SUS subditoa los talentos. !<l}; (o[jocimicIltos y las lí.JCCS necesarJ.il\,.de~e!fipe" ,fiar los empleos mas d iíiriles. ¡,Debe causar, s<wpre '~;¡:las na"" cienes gol"T1,:,.,;a,; y arregladas por la casuali4a4? La poblacion debe ser, segun el vareeer~; el principal objetarle todo gobierno; ,Y$in el de los monarcas , es frecuentemente el nias-dcscl.li; : vemos á dar crédito ti los censos .hechos jerí di pasados: el Asia menor, el Egipto, en otroriem cia, la 'Italia, las Galias, el Norte que se ll~rharbno la oficina di:! las naciones , no nos presentan en el dia sino regione~ desiertas. El hom– bre es' de todos los enemigos el mas peligroso para el"ho11'tl:>re. La ambi– cion de jos príncipes es, en manos de la suerte, el instruménto mas en... caz de la destrucción de los pueblos. , , Varias causas han concurrido tí la despoblacion de la tierra. El, despotismo haciendo infeIi.¡;~~a los pueblos, sofocó las mas veces en ellos el voto de la naturaleza quelos convida á multiplicarse. No hay mul– riplicacion donde no hay cultivo; )' el hombre no cultiva donde está oprimido. Las guerras atroces y contiuuas {¡ qm~ ¡()~¡ reyes ambiciosos han arrastrado con frecuencia a hl:' ¡l:\< ¡, ,¡;,,'C 1" ,j<b v serán siem-. pre para ellas un origen fecundo de desrruccion, la tier¡:a ha sido' con– tinuamel1te regada de sangre para saciar las 'pasiones inquietas y tur– bulentas de algunos héroes detestables que en todos tiempos parecehan ;"?":1dn la ruina de los pueblos. No hall conrr.ibuido poco lambien,'~ ." t,. ,', "', L,c: nulas costumbres .y el lujo excesivo, '(/tlC reJna eú. todas partes y arruina las familias. Extragados los jóvenes porlos,.;s.. cios y las preocupaciones de la sociedades, se entr{'g'lD :>1 celibálo temerosos de contraer empeños que no pueden sostener \con lo que s~ llama decoro, que no es sino un lujo escandaloso, 6 deseos de subs~ traerse de obligaciones que les impedirían seguir ensu conducta li'– y relajada ó en una vida ociosa y olgazana, que esta en cOlitradic<>i~ c.on el asiduo trabajo que exíg;iria su rriultiplicacion. El comercio dee« talado en su ór ísren á satisfacer las necesidades verdaderas' de las na- " ciones , encendió poco ti poc,o en ellas una sed inmoderada de riqu~ zas, y les creó necesidades facticias que no pudieron satisfacer sin~,: á costa de su pnblacion. U na sabia lezislacion debe man ten e'!' el equilibrio aun eh 1;'\'~ blacion, pues esta debe proporcionarse á la riqueza deI6uelQ,;\\l c~ tivo, a la actividad de los habitantes. Solo el despotismo ti~el~~ vagancia de q.uqerque haya una población numerosa;;~tln q ue elmismohare: estéril, EI,d'espotism<:; no conoce ,~rél el empleo de los hombres. Nada mas b'puest?} á una sabia~~~9-lítica,qlle,~)l~ que acaban por absorvet"'todás las 'ríq:ií~s y todos 'lp~i';,~~bl!~ ", estado. Las ciudades se pfn~\lan siempre á costa de las C8t;npmas. ciudades, demasiado grandes' son obstrucciones que, prod}ffltph viciosos , y que acaban comunmentepor consumir la suftat19i tado y por interceptar la circúlaClon de la sangre. La v¿tla ~ los habitantes del campo ,.Ia soledad y unas múderadasnec~s~. / cen honrado al hombre; le aficionan á SlI compaiiera, favorec~"f1 la;,., Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.21, 1971

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