Fénix 22, 162-167

INSTRUCCION PRIMARIA EN EL PERU 165 civil intervino en el asunto y los Intendentes u otros funcionarios daban las licencias del caso. Así vemos que en Ica, Pedro de León, abrió escuela con Ii– cencia de Arzobispado y la mantuvo abierta por muchos años. En 1642, Fran– cisco Ruiz de Pineda, pidió se le recibiese información para abrir escuela en Lima y alegó, entre otros motivos, haber sido también su padre maestro de es– cuela. Aquel mismo año se presentó con el mismo fin, Jerónimo Castilla Galli– nato. A estos nombres podemos unir los de Baltazar Pérez de Acosta y Barto– lomé de Aramhurú, el cual había ejercido el oficio de Maestro, primero en Rio– bamba y luego en Pisco. En 1649, Pide licencia para enseñar Cristóbal de Siles, el cual había sido maestro en Sevilla y en Cádiz. Hasta el año 1653, el Licenciado Domingo de Nuñoa, tuvo en Lima es– cuela en la puerta falsa de S. Agustín y luego frente a la Encarnación. Tuvo por auxiliar a Pedro de Salas, el cual en 1655 pidió licencia para abrirla por su cuenta. Este mismo año solicitó permiso para abrir escuela Luis de Alcaraz y el año siguiente se presentó ante el Provisor, Gregorio de Zevallos y en 1653 hizo otro tanto Francisco de Sosa. A este le siguió aquel año Antonio Jurado Torralba quien había sido auxiliar de Francisco de Salcedo. En 1665 Pedro de Medina y Rivera abre escuela en la calle de San Andrés, una vez obtenida la licencia necesaria. En 1678, Juan de Montoro y Valderrama, que hacía diez años había abierto escuela en Yungay, a pedido de los vecinos, pidió al Cura le renovase la licencia para continuar en el oficio. En 1685 era maestro de los indios pobres de Lima, Juan Mateo González y se le daba por la Audiencia cien pesos anuales de salario. Era indio ladino y antes de ejercer el cargo había sido examinado por el Superior de la Iglesia de los Desamparados. En el año 1698, el Alférez Pedro Mazo de Cárdenas, pidió licencia para abrir escuela en Lima, alegando que la había tenido por cuatro años en Panamá. En el año 1767 y con motivo de la expulsión de los Jesuitas, algunos maestros seglares fueron llamados a sustituirlos, como se vio en Huamanga, en donde Vicente Espinoza ocupó su lugar y se le señalaron 126 pesos dos reales, por salario. En Huanca– velica, los reemplazó Juan Silvestre y en la Escuela de los Desamparados, cuya dirección tomaron los PP. del Oratorio, entraron como maestros en 1780, Ma– nuel de Otina y José de Urquizu. En el año 1794, el Obispo de Trujillo, Martínez de Compañón extendió el nombramiento de Maestro de Primeras Letras a Pablo Gaona, el cual desem– peñó este oficio en San Pablo (Cajamarea). Este Prelado, como sabemos, se señaló por el fomento de escuelas así para los indios como para las indias, siendo muchas las que llegó a abrir en el vasto territorio de su diócesis. En el estudio que hemos dedicado a este insigne Prelado, podrá verse lo que hizo en esta parte. Resumiendo su labor, resulta que el número de escuelas que fundó llegan a 49, distribuídas en el o~den siguiente: Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.22, 1972

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