Fénix 22, 162-167
HISTORIA FATAl", ASAÑAS DE LA YGNORANCIA 167 Según las Constituciones que se imprimieron en Lima el Colegio había de tener una Rectora, una Maestra y un Capellán. La maestra debía enseñar a las niñas, a leer, escribir, coser y a esto se añadiría un poco de música, el canto y algo de artes domésticas. La edad que se exigía a las alumnas era de 16 años y en un principio las colegialas no pasaban de doce. Todas guardaban clausura. En el año 1755 se reimprimieron las Constituciones que habían sido reforma– das en el año 1663 y se insertaron algunas de las modificaciones introducidas. Se suprimió el capellán, porque pareció que era suficiente con el de los niños, pero en cambio se elevó hasta 24 el número de becas que gozaban las colegialas. Los inquisidores D. Cristóbal de Castilla y Zamora y D. Alvaro de Ibarra apro– baron estas reformas. El primer capellán que tuvo el Colegio fue D. Diego Zarzosa, Visitador del Arzobispado y la primera Rectora Da. María Romero Tello, natural de LIerena en España. El 23 de Junio de 1659 tomó posesión de su cargo, previo juramento. La primera Maestra fue Da. Agustina de Robles, doncella, natural de Lima. La primera colegiala no permaneció en el Colegio más de un año, pues salió para casarse, utilizando la dote de mil pesos que estaba señalada a las que contrajesen matrimonio. LIamábase Ursula y se casó con D. Rodrigo Días de Asiaga. En el año 1750 los SS. Inquisidores determinaron que el número de Colegialas se re– dujese a 20. Con el terremoto del año 1746, padeció mucho el edificio y fue necesario proceder a su reconstrucción. La fábrica del nuevo local costó 35,000 pesos y su estreno se verificó en el mes de Febrero' de 1758. El Colegio de Sta. Cruz subsistió hasta los años de la Emancipación, y en el año 1820 ejercía el cargo de Rectora, después de haber sido maestra, Da. María Faustina Rospigliosi. Una vez abolida la Inquisición, el Colegio pasó a de– pender de la autoridad virreinal y ésta, dispuso, entre otras cosas, que las edu– candas saliesen algunos días al campo y la primera vez que así hicieron la hija del Virrey, Da. Ramona Abascal, las acompañó en su excursión campestre. Al sobrevenir la república, el Capellán de las Educandas, D. José Francisco Nava– rrete, obtuvo que el Colegio pasase al local del Convento de Sta. Teresa, casi vacío y allí se establecieron, corriendo con sus rentas la Beneficencia de Lima. Como algunos años más tarde llegasen a Lima las primeras Hermanas de la Ca– ridad, a estas se les entregó el supreso convento de Sta. Teresa y ellas tomaron a su cargo la dirección del Colegio de Educandas como lo hicieron al mismo tiempo con la Casa de Expósitos. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.22, 1972
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