Fénix 24-25, 41-116
50 FENIX sido las letras que nadie las usase ni resucitase porque de su uso le había de venir el mayor daño" 19. Algunos investigadores de la escritura, que han tratado de seguir una conti– nuidad partiendo solamente del sistema de palIares Mochica, Paracas y Naz– ca, al llegar al Horizonte Tiahuanacoide pensaron realmente que fue una época en la que no existió escritura, por el hecho de no haber encontrado, aparentemente, signos semejantes hasta los entonces registrados y que poste– riormente aparecen en la época incaica. Ello puede deberse a su sentido má– gico-religioso , Por esto mismo estaría siempre en manos de sacerdotes, jefes y altos dignatarios. Muchos de los signos y elementos en los que fueron re– presentados debieron significar o representar las diversas castas sacerdotales; lo que se atribuye a desaparición pudo deberse al cambio de aquellos que la transmitían, muchas veces como consecuencia de guerras o nuevos mitos y leyendas sobre el origen de los diferentes pueblos. Tenemos, por ejemplo, ]0 que Larco Hoyle denomina escritura en palIares, que sólo se consideraba en el Intermedio Temprano; muchos signos inscritos en este elemento aparecen también en el Tiahuanacoide, aunque no se haya reconocido anteriormente, y llegan hasta el Horizonte Inca. Pudo darse el caso que también se emplea. ra, como indica Montesinos, las cortezas de árboles y materiales semejan. tes, que son menos durables (serían los antecedentes del empleo de madera en keros ), además pudieron realmente ser destruidos por la carga mágica que soportaban para luego, en otras épocas, emplear nuevos elementos. El cronista Cristóbal de Molina, hablando de Tiahuanaco, también hace alu– sión a la carencia de escritura: " ... están en dichos lugares unos bultos de piedras grandes, y en algunas partes casi bultos de gigantes, que antiquísima. mente debieron ser hechos por manos de hombres; y por falta de la memo– ria y escritura tomaron esta fábula de decir que por mandato del Hacedor ... " 20. Pero en las misma crónicas, en donde encontramos negación a la existencia de la escritura cualquier clase que ésta fuera, nos damos con refe– rencias muy interesantes: el cronista Diez de Betanzos, escribe acerca de los creadores de Tiahuanaco nombrando a dos personajes que se llamaron Con Tici Viracocha (ambos). El primero que llegó creó el cielo y la tierra pero como sus habitantes volvieron al estado salvaje, "en castigo del enojo que le hicieron, hízolcs quc se tomasen piedra luego en aquel asiento de Tiahuanaco hizo de piedra cierta gente y manera de dechado de la gente que después había de producir, haciéndolo en esta manera: que hizo de piedra cierto número de gente y un principal que la gobernaba y señoreaba y muchas mujeres preñadas y otras paridas y que los niños tenían en cunas, según su uso, todo lo cual ansi hecho de piedra, que lo apartaba a cierta parte; y que el luego hizo otra provincia allí en Tiaguanaco, formándolos de piedra en la manera ya dicha y como los hubiese acabado de hacer, mandó a toda su gente que se partiesen todos los que allí consigo tenía, dejando solo dos en su compañía, a los cuales dijo que mirasen aquellos bultos y los nombres que les había dado a cada género de aquellos, seña– lándoles y diciéndoles: estos se llamaran los tales y saldrán de tal fuente en tal 19. Ob. cit. 20. Cristóbal de Molina. Fábulas y ritos de los inca..,. 1943, p. 12·15. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.24-25, 1977
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