Fénix 24-25, 41-116
70 FENIX Radicati encontró en un conjunto de quipus que hay cuerdas de uno, dos y hasta tres colores. La gama de colores no es muy variada; hay varios too nos de marrón, azul, verde y rojo. La combinación de colores se presenta en algunos casos desde el trenzado de las cuerdas, apareciendo cada uno de los hilos de un color diferente; en otros casos, cada mitad de una cuerda es de un color distinto. En las referencias que hacen los cronistas describiendo los quipus encontra– mos algunas que coinciden con los actuales estudios científicos al respecto. Entre ellos tenemos la que hace Garcilaso de la Vega: "Contaban por hilos y nudos; había gran fidelidad en los contadores. Quipu quiere decir anudar y nudo, y también se toma por la cuenta, porque los nudos la daban de toda cosa. Hacían los indios, hilos de diversos colores: unos eran de un color solo, otros de dos colores, otros de ters y otros de más, porque los colores simples y los arreglados, todos tenian su significación de por sí; los hilos eran muy torci– dos, de tres o cuatro liñuelos y gruesos como un huso de hierro y largos de a tres cuartos de vara, los cuales ensartaban cn otro hilo por su orden a la larga, a manera de rapacejos. Por los colores sacaban lo que contenía en aquel tal hilo, co– mo el oro por el amarillo y la plata por el blanco, y por el colorado la gente de guerra. Las cosas que no tenían colores iban puestos por su orden, empezando de los de más calidad y procediendo hasta las de menos, cada cosa en su género como en las nueces y legumbres. Pongamos por comparación las de España: primero el trigo, luego la cebada, luego el garbanzo, haba, mijo, etc. Y así también cuando daban cuenta de las armas; primero ponían las que tenían por más nobles como lanzas, y luego dardos, arcos y flechas, porras y hachas, hondas y las demás armas que tenían. Y hablando de los vasallos, daban cuenta de los vecinos de cada pueblo, y luego en junto los de cada provincia: en el primer hilo ponían los viejos de se– senta años arriba; en el segundo los hombres maduros de cincuenta arriba y el tercero contenía los de cuarenta, y así de diez a diez años, hasta los niños de teta. Por el mismo mismo orden contaban las mujeres por las edades. Algunos destos hilos tenían ot1'OS hilitos delgados del mismo color como hijuelas o ecepciones de aquellas reglas generales, como digamos en el hilo de los hombres o mujeres de tal edad que se entendían ser casados, los hilitos significaban el nú– mero de viudos y viudas que de aquella edad había aquel año, porque estas cuen– tas eran anuales y no daban razón más que de un año sólo. Los nudos se daban por su orden de unidad, decena, centena, millar, decena de mi– llar y pocas veces o nunca pasaban a la centena de millar; porque como cada pue– hlo tenía su cuenta de por sí y cada metrópoli la de su disu-ito, nunca llegaba el número destos Ü' de aquellos a tanta cantidad que pasase al centenal' de millar, que en los número que hay de allí abajo, tenían harto. Mas si se ofreciera haber de contar por el número centena de millar, también lo contaron; porque en su lengua– je pueden dar todos los números del guarismo como él los tiene, más porque no había por qué usar de los números mayores, no pasaban de decena dcl millar. Es· tos números contaban con nudos dados en aquellos hilos, cada número dividido del otro; empero, los nudos de cada número estaban dados todos juntos, debajo de una vuelta, a manera de 10's nudos que se dan en el cordón dcl bienaventurado patriarca San Francisco, y podían hacer bien porque nunca pasaban de uueve, como no pasan de nueve las unidades y docenas, etc. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.24-25, 1977
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