Fénix 24-25, 41-116

46 FENIX Una vez asentadas las hipótesis iniciales de este tema, nos encontramos que hay mucho más por descubrir. ¿Cómo se gestó el sistema? ¿Su desarrollo sigue una secuencia desde culturas anteriores? ¿,Heredaron tal vez estructuras tiahuanaquenses o chavinoides, hasta crear un patrón más definido de más amplia difusión? Si realmente Paracas tuvo escritura, con mayor razón la debieron tener los Chavín, pues, como ya hemos dicho, la escritura no apa· rece de un momento a otro, siempre ha habido una huella a seguir, sea en el mismo territorio donde aparece el sistema más elaborado, o proceda de otros lugares que a causa de guerras ganadas o imposiciones culturales de unos pueblos sobre otros, haya aportado elementos nuevos al lugar de llegada, don– de se establezca y desarrolle o perfeccione. ¿Cómo planificaron la construcción de sus enormes monumentos'? Y no sólo observamos esto a Incas, Tiahuanaco o Chavín, también veamos más atrás. ;.Cómo controlaban su comercio e intercambio de productos, el "amarre" y ajuste calendárico que hacían con la observación de los astros y equinoccios, solsticos, etc.? ¿Quedaría solamente en las cuerdas y palos que utilizaban o tendrían un sistema que tradujera este control de campo en algo más senci– llo o fácil de conservar? Hay muchas preguntas que hacer y muchas respuestas por hallar, y como ele– mento cuestionador y de estímulo está toda la gran simbología peruana que, por el momento, nos remite desde los 10,000 años a. C. de Toquepala y Lau– rieocha, hasta el sistema inca. No pensemos encontrar una secuencia perfecta, quizás algunos símbolos se dan a través de varias etapas culturales, como re– sultado del dominio que pudo ejercer una cultura sobre otra o la herencia de una a otra, pero también puede tratarse de simples coincidencias que respon– den al "paralelismo cultural". Hay que tener en cuenta también que la sim– bología varía enormemente de una etapa a otra, complicándose en unos ca– sos y simplificándose en otros. Otra consideración más es la variedad de signos que aumenta entre el arcai– co medio y formativo, con profusión de lo abstracto (iconografías realistas no existen), de símbolos antropo-zoo-fitomorfos geométricos y descomposición de estas figuras para utilizar motivos aislados de ellas en diversas ocasiones. En la época de culturas regionales, se concentran más y es a esta etapa que se le atribuyen los sistemas de Nazca y Mochica, Durante el período WarioTia– huanaco, reaparecen símbolos conocidos del ehavinoide y algunos que des– pués se verán en inca; no hay mucho aporte novedoso si bien se ve una abun– dancia extrema; la simbología se presenta en forma discreta, con abstracción y gira alrededor del mito de dios-creador o dioses principales de la cultura (seres y astros) . Para la época de estados regionales nos atrevemos a decir que es bastante dis– creta en sus manifestaciones. ¿,Influencia fuerte Tiahuanaco? ¿Esta simbo– logía se puede conocer como píetograma-ídeogramaj", ¿se trata de algún siste– ma más elaborado o simplemente son representaciones de dioses y figuras mi– licas? Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.24-25, 1977

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