Fénix 26-27, 235-255

250 FENIX tas bellas hermanas! No les complace sino lo burdo e inculto, y a Filoea– Iia, hermana carnal de la verdadera Sabiduría, la consideran como vil. La ofenden con su barbarie, la ahuyentan y destierran, o mejor dicho, enfada– da, ella misma huye de su compañía. Pero al mismo tiempo abandonan a Filosofía, mutilada y sucia, exhibiéndola como fea a quien su hermana cu– bría con adornos. ¡Cuánto más feliz es el peruano, a quien halagan las hermanas con– sanguíneas que acoge a su sociedad; hasta tal punto lo favorecen al escri– bir que podría pensarse que le han conferido todo lo que tienen! El a su vez las estima e imita de tal modo que nunca podría verse Filosofía más bella ni Filocalía más docta. Espinosa, en efecto, estaba obligado a cultivar la dialéctica, puesta como espinal y zarzal en la entrada de la filosofía, y no podía sino tratar sistemáticamente las espinas de la mente y las zarzas del entendimiento, en las palabras de Ambrosio / Hexameron Icp, 11, pro 48]/, pero diría yo en verdad que en la dialéctica de Espinosa rodean y cercan las espinas la gloria de las flores. Quizás no haya aparecido ninguna dialéctica hasta ahora cuyas flores, es– parcidas entre las muchas espinas exhiben más amenidad. [Reconciliación] Creo que el lector recibirá benévolamente estas palabras que dirige un peruano a los europeos en Roma para recomendar a su compatriota perua– no, así como espero asimismo dar más cuenta a los americanos y peruanos sobre los europeos y especialmente los romanos. Pues conviene a hombres letrados resolver sus diferencias con tales oficios mutuos y con indicios de benevolencia y humanidad. Adiós al distinguido autor. En este convento de Santa Maria sopra Minerva, el día 30 de agosto del año 1688. Fray Ignacio de Quesada, maestro, provincial de la santa Cruz. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.26-27, 1979

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