Fénix 28-29, 151-160

PROPIEDADES RURALES DE LA IGLESIA de Tapia, ambos nacidos en el departamento de Cuzco, porque vivieron largo tiempo aquí y ante todo, porque sus descendientes permanecieron en la provincia. Para las aproximadamente 20 haciendas restantes de la Iglesia, que fueron adj~idicadasmediante contratos de arrendamiento a corto plazo, al menos uno de los argumentos de Choquehuanca tiene mayor peso. Por cierto, la importancia de este grupo de haciendas es relativamente escasa. Ya en el tiempo en que Choquehuanca elaboró su estadística, ellas representaban menos de una quinta parte de todas las haciendas de la provincia y este porcentaje incluso disminuyó hacia fines del siglo XIX, al aumentar brus- camente cl nfimero de haciendas en manos privadas. Se trata predominante- mente de pequeñas fincas con una extensión no mayor de unas cien hectá- Ieas y um cqmc:dad ganadera de, rara vez, más de 1,000 ovejas madres en reducción. La mayoría de estos últimos arrendatarios también fueron azangarinos. n, L I ~ , - cnntrariamentc a las haciendas enfitéuticas, estos arrendatarios con frecuencia expIotaban excesivamente los recursos de estas fincas durante cl período relativamente corto que duraba su contrato. Muy a menudo, estas fincas tenían menos animales al finalizar el contrato de lo que habían tenido al com'ienzo. En la tabla 3 se puede analizar el desarrollo de la existencia de ganado de algunas fincas de la Iglesia entre 1860 y 1915 apróximada- mcnte. Ln hacienda Huatacoa en Santiago de Pupuja, por ejemplo, fue arrendada en 1871 a Francisco Aguirre por un canon anual de 250 pesos y :obre la base de una existencia de 2,500 cabezas de ganado lanar. no obstante haber informado el cura interino de Santiago, Fray Juan Pablo Arredondo "que sus capitales han desaparecido en su mayor parte." La descapitalización de la hacienda Huatacoa, en este caso, se debió proba- blemente a un asalto armado a la finca el 5 de diciembre de 1864; en esa ocasión, una banda de al menos diez individuos -entre ellos, incompren- siblemente el arrendatario de entonces, Juan Miranda- habría asaltado la finca y "en tumulto y azonado, armados de revolver, carabinas y palos y xm!tiatando a los pastores gravemente, habían sustraido o hurtado todo cl capital de ganado mayor y menor, arriándolo a viva fuerza hasta sus estan- cias".1° En todo caso, la Iglesia no logró recapitalizar su finca hasta el año 1888, porque en ese año, el obispo Ismael Puirredon arrendó Huatacoa, "en casco", vale decir, totalmente sin animales, y tuvo que aceptar por ello una considerable disminución del arrendamiento anual a 151 soles moneda nacional ." Hasta 1911 la existencia de animales de Huatacoa sólo aumentó a 800 ovejas madres de reducción, lo que equivale a menos de un tercio del 9. REPP, año 1871, Not. M. Cáceres, (17 de Mayo de 1871) 10 REPA, año 1864, J. de Pr. Inist. M. Patiño, folio 118, N? 51, (21 de Diciembre de 1861f). 11. REPP, año 1892, Not. C. Toranzos, No 86 (15 de Mayo de 1892). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.28-29, 1983

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