Fénix 28-29, 71-90
tos rubros que componían el envío hecho por Cabezas, cuyo valor total ascendía a 5,485,758 maravedís; inluclia, entre otros objetos, vino, tercio- pelo, seda, alfombras, manteles, espadas, naipes y queso de Mallorca 49. Sumado este gran cargamento a las telas y vestidos que, pocos meses antes, Cabezas había mandado a su socio en el navío La Concepción, todo el con- junto -valo~ado en algo más de trece mil pesos al salir del viejo continen- te- fue recogido por Pero Ortiz y llevado a1 Perú; y parece que ésta era una misión que cumplía regularmente, pues queda conlstancia de su pre- sencia en la capital a fines del 1548 50. Lo cierto es que, venido con la mercadería a Lima y amparado en Alvaro y Dirgo de Illescas -encargados de administrar aquí los negocios de la empresa familiar-, quienes actuaron como testigos de la transacción, CMiz vendió los productos a Gonzalo Díaz, el 24 de abril de 1551, por aproximadamente 20,000 pesos 51. Poco después, Díaz entablaría una querella judicial contra Ortiz, adp- ciendo que la mercadería estaba incompleta; pero el litigio acabó pronto, el 10 de julio de ese mismo año, cuando ambos concertaron un compro- miso ante el escribano Sebastián Vásquez 52. A través de los papeles rela- tivos a este pleito podemos conocer los precios que tenían los libros de en- tonces. Si efectuamos una comparación con los de otros productos, resulta que las partes de la Suma Teoldgica con comentarios del cardenal Caye- tan0 -obra voluminosa- costaban algo más que un espada; que las no- velas de caballerías, que se contaban entre los impresos más baratos, equi- valían a tres pares de botines; y que un misal dominico valía tanto como un jubón. Por otra parte, hay que considerar que los textos editados en la metrópoli se vendían en cada colonia a precio diferente, y era en el Perú doncie, debido a su lejanía y su riqueza económica, alcanzaban el valor más elevado 53. Haciendo una ponderación de los libros anotadps en el registro, se pue- de conjeturar que el envío respondía a un encargo de la comunidad domi- nicana, pues aparecen muchos elementos ligados a ella. Consideremos en primer término al filófoso Tomás de Vio, natural de la ciudad napolitana de Gaeta, de dpnde proviene el sobrenombre de Cayetano con el que se hizo conocido entre sus contemporáneos. Miembro de la Orden de Predi- cadores desde joven, ocup6 el generalato entre 1508 y 1518; fue creado 49. A.G.N., protocolo notarial núm. 160: Sebastián Vásquez (1551-54). fols. 1219-1230. 50. Cf. Raúl Rivera Serna, "Indice de los manuscritos existentes en la Biblioteca Na- cional" en Boletín de la Biblioteca Nacional, año VI, n ú d 12 (Lima, diciembre de 19491, págs. 242-283; véanse los docs. 421 y 645. 51. A.G.N., protocolo notarial núm. 160: Sebastián Vásquez (l55l-54), fols. 1230-1231. 52. Ibíd., fols. 1215-1217. 53. Cf. Guillermo Aulet Sastre, "Precios autorizados de libros españoles en Indias", en Revista de Indias, año VII, núm. 24 (Madrid, abril-junio de 19%), págs. 311-312. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.28-29, 1983
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