Fénix 28-29, 71-90

Del análisis de los libros enviados al Perú en 1549 se desprende que surgen de un contexto histórico-religioso distinto del que había vivido Val- verde. Instalado para entonces el Concilio tridentino, se percibe la influen- cia de la Contrarreforma, con una fuerte dosis de antiluteranismo. Incluso los textos de Erasmo, a pesar de su oposición a las doctrinas luteranas, han caí60 en desgracia y están ahora bajo los vigilantes ojos de la Inquisición, que en 1559 tacharía oficialmente de herética a casi toda la producción erasmíana. Ya no hay más humanismo reformista, sino una cultura del Re- nacimiento con evidentes rezagos escolásticos y tomistas. Por los autores y el tipo de obras anotados, parece claro que esos libros irían a engrosar la biblioteca del monasterio dominicano de Lima. Cierra Ia relación una decena de textos pertenecientes al género po- pular de la época, cuyo carácter se manifiesta incluso a través de su bajo precio. Lamentablemente, permanecen sin precisar esos "nuebe libros de cauallerías". Sólo sabemos con certeza que se importó la anónima Crónica del Rey don Rodrigo, con la a'estrucción de España, que algunos presurncn escrita por Pedro del Corral y cuyo ejemplar conocido más antiguo perte- nece a la edición que en 15 11 publicó en Sevilla el impresor alemán Juan Cromberger. Según la clasificación de Gayangos para las novelas de caba- llerías. se la considera entre las que tratan de asuntos históricoc 54. Y c m este ejemplo queda claramente comprobado que las disposiciones prohibitivas de la Corona respecto de la venta y circulación de libros tuvieron escasa vigencia en el Nuevo Mundo. Conclusión Los hechos demuestran que la legislación referente al tráfico de libros en las colonias hispanoamericanas no se cumplió a cabalidad. pues consta quc vinieron numerosas obras que estaban oficialmente prohibidas. De estc modo, desde los primeros momentos de su asentamiento cn el Nuevo Mun- do, los colonos tuvieron a la mano los elementos indispensables para su desarrollo intelectual e incluso pudieron seguir de cerca los debates ideo- Iógic~sque se suscitaban en el continente europeo. Esta realidad también fue válida para el Perú, donde existió buena cantidad de libros desde los &os inmediatos a la Conquista. Así, está acertado Torre Revello cuando manifiesta que "negar que los hombres más ilustrados de América, durante la era co!onial, carecían de los necesarios elementos de cultura es negar la realidad de los hechos" 55. La inquietud intelectual de algunos religiosos y letrados que tuvieron destacada actuación en los inicios del establecimiento co!onial peruano per- 54. Cf. Torre Revello, o b . c i t . , pág. 223. 55. [bid., págs 132-133. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.28-29, 1983

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