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7 6 FENIX el riesgo de que confundieran la realidad con la ficción y abandonaran las enseñanzas del Evangelio 16. Par lo que atañe al procedimiento empleado en la importación de libros, cabe señalar que estaba sujeto a un doble control, en Sevilla y en los puer- tos indianos, a cargo de delegados nombrados por el respectivo Tribunal Cel Santo Oficio ". Sólo en 1550 se ordenó a la Casa de Contratación efectuar el registro individual de los volúmenes que se mandaban a Indias; antes de ese año, las anotaciones se hacían a bulto la. Durante mucho tiempo, la im- portación gozó de exención arancelaria, y los ¡libros sólo estaban sujetos al impuesto de la avería, que servía para fletar los buques Ce guerra que res- guardaban a las armadas mercantiles del posible asalto de piratas. En 1780 se comenzó a aplicar un gravamen de 3% sobre el valor de los libros es- pañoles destinados a la venta en Indias, porcentaje quc aumentaba conside- rablemente para los textos editados fuera de la metrópoli ". De acuerdo con el historia6or argentino José Torre Revello, la noticia más antigua de libros llevados a América corresponde a 1501. Este año, por orden real, se facilitó al franciscano Alonso de Espinar, despachado para las Antillas, un lote de catorce volúmenes; figuran entre ellos -idal- tablemente- un vocabulario y una gramática castellana de Nebrija, el autor español más leído del período colonial, así como una Biblia, un Flos sanc- torum, una Suma angélica y otros títulos 'O. En cuanto a bibliotecas, ellas también se encuentran desde los primeros momentos de la dominación his- pánica. Se considera la primera a la que en 1534 estableció en México el Obispo fray Juan de Zumárraga, contando con apoyo de la Corona, que lo facultó a gastar en dicha empresa una porción del diriero asignado a la fá- brica de su catedra 'l. Desde su inicio, el comercio de libros sc desarrolló libremente, es decir, sin monopolios, en el virreinato peruano. Sin precisar su fucnte de información, Porras Barrenechea afiimh que fue el famoso contador Agus- tín de Zárate quien, durante su estadía en Lima de 1544 a 1545, ejerció, y con lucrativos resultados, el primer negocio de librería que hubo en el Perú Z2. NO sabemos exactamente qué obras vendería el contador. miem- 16. Cf. Leonard, ob. cit., pig. 83, y Lohmann Villcna, ob. cit., págs. 226227. 17. Torre Revrllo, o b . cit ., págs. 97 y 101-106. 18. Cf. Lohmann Villena, o b . c i t . , pág. 228, y Torre Revello, ob.. cit., págs. 48-50. 19. Lohmann Villena, ob . c i t . , p&g. 231. 20. Torre Revello, ob. c i t . , pág. 207. 21. Millares Carlo, ob. cit ., págs. 28 y 44-45. 22. Raúl Porras Barrenechea, "El contador Agustín de Zárate", prólogo a Agustín de Zárate, Historia del descubrimiento y conquista del Perú, ed. de Jan M. Kermenic (Lima, Lib. e Imp. D. Miranda, 1944), págs. 3-8; véase especialmente la pág. 6. Lohmann Villena recoge la afirmación de Porras y la anota en "Los libros espa- ñoles en Indias", pág. 232, y en "Libros, libreros y bibliotecas en la época vi* rreinai", pág. 19 Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.28-29, 1983

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