Fénix 3, 485-514
MANUSCRITOS: SU CUIDADO Y CATALOGACI~N 51 1 Los manuscritos dañados deben ser aislados lo más pronto posible para evitar mayor deterioro; y mientras tanto se colocarán en sentido horizontal y no se prestarán a los lectores. Los dos principales enemigos de los manuscritos son: la corrosión y la humedad. La corrosión es producida por la mala calidad do la tinta, y tam- bién por los ácidos aplicados para hacer revivir la escritura borrosa. La úni- ca curación posible consiste en fortalecer el papel cubriendo la hoja dañada con una hoja de papel de seda o más bien de crepelina pegada con goma ará- biga (no almidón, porque con la humedad atmosférica éste se descompone, torna opaco el papel de seda lo que impide leer a través de él. Por regla general, toda reparación importante debe ser hecha por ma- nos expertas. Es necesario un conocimiento previo del ~ a p e l , sus clases, sus cualidades y el efecto que sobre él tienen la edad y las intemperies; así como también un buen conocimiento de las tintas y pinturas (si las hubiere) emplea- das en el texto. Todo manuscrito debe ser siempre limpiado de polvo y manchas, debe aplanarse para que desaparezcan cualquier arruga o pliegue, que pueda luego convertirse en desgarraduras o volver borrosa la escritura por el frotamiento. Si el manuscrito está muy sucio, pero el papel permanece en buen estado, se baña un momento en agua tibia, en una cubeta poco honda, como se hace con las fotografías. Este procedimiento no ofrece ningún peligro para los manuscritos anteriores a 1800; después de esta fecha, la tinta no es de muy buena calidad, por lo que es preciso proceder con mucha cautela y sólo des- pués de haberse cerciorado bien que la tinta no tiene tendencia a correrse. De todos modos es necesario, antes de poner en práctica cualquier método de limpiar manuscritos, hacer la prueba sobre trozos sin importancia del mismo papel. Después del baño, cada hoja de papel ha de insertarse entre dos hojas vírgenes de buen papel secante blanco, colocando encima láminas de zinc o d e madera a fin de someterlas a una ligera presión, evitando así arrugas o en- cogimientos del papel. Cuando el manuscrito esté algo malogrado por la humedad bastará con colocar cada hoja entre otras bien secas de papel de diario durante unas tres o cuatro horas; luego se sacarán y se colocarán del mismo modo entre unas de papel cartón, que por ser muy poroso absorbe perfectamente la humedad; cada rimero se pondrá en prensa durante 10 horas. Después de este trata- miento los manuscritos ofrecerán un espléndido aspecto y quedarán perfecta- mente secos. Los trozos desgarrados de hojas manuscritas no deben ser tiradas, sino que deben conservarse, sea para colocarlos en su debido sitio, sea para for- mar con ellos volúmenes especiales. No hay que exponer el documento a la luz directa del sol, pues la luz y e1 calor excesivos destruyen el papel y producen la decoloración de la tinta. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.3, julio-diciembre 1945
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