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adornaron también los márgenes de las páginas ya sea con adornos puramen- te decorativos tales como grecas, pilares, motivos geométricos, arabescos, etc., ya sea con escenas ilustrativas de pasajes del texto mismo, El origen de estas bellísimas decoraciones de los manuscritos remonta a los monjes de los monasterios irlandeses, donde en los siglos VI, VI1 y VI11 florecía una alta vida espiritual e intelectual; allí se crearon manuscritos con espléndidas caligrafía y ornamentación, siendo el más famoso, por su primo- iosidad, el "Book of Kells" que muchos escritores consideran "el libro más bello del mundo". Desde Irlanda, el arte caligrhfico se difundió en Europa continental mediante los compañeros de San Gallo y San Colombano, funda- dores de los más antiguos monasterios de Francia, Suiza e Italia. A través de la cultura carolina en que se creó la escritura llamada minús- cula carolina y de la que más tarde se derivaron la escritura humanista y los caracteres romanos de Nicolás Jenson, la decoración de los manuscritos se enlaza con la de la época clásica aatigua cuya influencia sobre la cultura y el arte vuelve a renacer. Hacia el siglo XII interviene la civilización bizan- tina, dejando sus rasgos en la disposición de tipo mosaical de los adornos y en la estilización y presentación de las figuras. En el siglo XIII siguen predominando las grandes iniciales con figuras humanas, unidas a una decoración marginal exuberante que, en las primeras páginas, alcanza proporciones inusitadas. Los manuscritos franceses de la última mitad del siglo XIV son de una magnificencia jamás superada. Los flamencos y borgoñones se distinguen por su sentido de la naturaleza, y de la vida real. Los italianos del siglo XV po- seen una elegancia refinada, con finos y delicados elementos ornamentales. COLECCIONES DE MANUSCRITOS Las grandes bibliotecas romanas desaparecieron a la caída del Imperio, debido tanto a las invasiones bárbaras, cuanto al momentáneo eclipse cultural, disminuyendo notablemente el número de personas que supiesen leer. La Iglesia salvó los restos de la cultura clásica primero con la creación de las Bi- bliotecas conventuales y luego con las de algunos Papas y Príncipes de la Iglesia. Los Iibros, conservados en un local especial, bajo el cuidado del "ar- marius" o "bibliotecarius", eran, por lo general, Biblias y sus comentarios; Tratados de los Padres de la Iglesia; libros de Teología; vidas de santos; tex- tos litúrgicos; historias; crónicas; gramáticas; libros de filósofos, científicos, retóricos, poetas y oradores antiguos. Las primeras colecciones de manuscritos, en la Edad Media, fueron la del Papa Agapito en Roma, la de Cassiodoro en el monasterio de Vivario y la de Enegipio en el de San Severo; las grandes catedrales también tuvieron her- mosas librerías, algunas de las cuales s e conservaban aún en su sede original, como la del Monasterio de Montecassino, ahora, desgraciadamente destruída, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.3, julio-diciembre 1945

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