Fénix 3, 515-540
su fuego animador; sí, la virtud mas pura, don singular del cielo, que bajo mortal velo nos muestra su esplendor. N o así la flor del prado, no así el verdor del monte, nos muestra el horizonte tan bella claridad; cual brilia en tí, Glicera, de un modo insigne y claro ese conjunto raro de honor v de beldad. ¿Quién con tan digno objeto enmudecer podría, sin celebrar el día que vida y luz te dió. Pues va desde la cuna, sabia Naturaleza junto con la belleza honor te prodigó. Las Gracias te educaron en este suelo hermoso, do ei Rimac bullicioso rinde tributo al mar: aquí solías las flores pedirle al prado ameno; y con ella tu seno y tu frente adornar. Aquí en el verde tronco del árbol mas lozano soiia tu tierna mano letreros esculpir; letreros que leídos por todo pasajero, el eco Iisonjero gustaba repetir. Un límpida arroyuelo de espejo te servía, tu rostro en él se via rosando en su color; esa sonrisa plácida, ese ademán modesto, ese mirar honesto mostrciba tu candor. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.3, julio-diciembre 1945
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