Fénix 3, 515-540
j o s É PÉREZ DE VARGAS, MAESTRO Y POETA ( 3 ) del pescuezo hasta el pecho, y por la espalda la otra viniese a dar, y así le dice: -Ya estás habilitado; las acciones observa de los hombres tus hermanos, y todos los defectos que notares échalos por delante en esta alforja, y los tuyos atrás. Desde ese tiempo todos cargan la alforja de tal modo que no les deja ver las propias faltas y llevan a la vista las ajenas, de las que tienen las alforjas llenas. TIBERIO Y EL MENDIGO Entre varias consejas que mi abuela relataba una noche, estando en vela, a tio Pascual, que estaba allí presente, la que más le gustó fué la siguiente: Y es que Augusro Tiserio cierto día a su palacio del paseo volvia entre una comitiva de sefiores. generales, patricios, senadores; cuando al pasar por un portal sombrío ve agolpado en la calle un gran gentío del que un pobre infeliz rodeado estaba, lástima dando a todo el que pasaba; llagado de los pies a la cabeza, desnudo y abrumado de pobreza, todo el cuerpo cubierto de infinitos moscones, moscas, tábanos, mosquitos. Llega e1 César, le mira atentamente, ordena se retire aquella gente, y manda a su primer palafrt7nero que le espante de encima ese mosquero. Da el pobre un grito muy descompasado, del que el Emperador quedó asombrado. Y le dice: Buen hombre.. . Cuando en esto el pobre le interrumpe y dice: Apuesto que si en mi situación, sefior, te hallaras, las moscas que tuvieses no espantaras. ¿No ves cuál están éstas bien rellenas de la sangre que chupan de mis venas? Y si otras vienen flacas y en ayunas, sus punzadas serán más importunas; de las nuevas no habrá quien no me pique creyéndome un turrón, o un alfeñique, hasta dejarme al fin y postre neto, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.3, julio-diciembre 1945
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