Fénix 3, 515-540

(80) Llamase pecus en latín la oveja; y de pecus, pecunia es derivado. El español dinero le ha llamado; por éste al bruto el hombre se asemeja. (80) Bajos aduladores de la corte, ciudades, y palacios de alto porte, prefiero a vuestro lujo la belleza que al campo presta la naturaleza. In priscum malum poefam (81) Siempre que a leer me pongo tu poesía, temo quc Febo, ciial a Niohe un tiempo, me quiera convertir en piedra fría. ¿Qué haré? Tirarla: porque un Praxiteles no encontraré, de quien esperar pueda que me anime otra vez con sus cinceles. (82) Nada en el mundo hay nuevo, y todo es nuevo; las cosas que existieron ya no existen, y viecen a existir otras de nuevo. (87) -Va, que sí no me besas-, Filis me dijo un día. y astuta entre sus dientes un alfiler tenía. -A que sí -respondíle, y en vivo amor deshecho fingí besar sus labios y la besé en el pecho. Díjome airada entonces: -Contigo más no apuesto; pues, jugando jugando quieres ganarme el resto. EL VATICINIO ¡Qué luz divina me descubre el sacro recinto de (f-I)elicona, impenetrable a la profana p!anta, y, largo tiempo cerrado al vuelo de canoro cisne, desque de cuervos ominoso enjambre el eco suave de la aonia selva, Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.3, julio-diciembre 1945

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