Fénix 32-33, 117-141
Sin duda éste es iiit excelente Libro. EL autor -lo declara en nota preliminar- recu- rrió a muy sólida asesoría histórica: "La investigación histórica en la que se basa esta obra, seguramente habría fracasado de no ser por la ayuda y la incesante orienración prestada por el Dr. Félix Denegri Luna y el R.P. Armando Nieto Yélez. Ambos historiadores ayudaron a ordenar los h e c h 9 que se narran en "1879". Otras personas -mención especial le merece donOscar Grau Astete- contribuye - ron también, al lado de instituciones que abrieron sus repositorios al autor y sus cer- canos colaboradores, a los que Thorndike menciona con reconocida honestidad: don Alejandro Lostanau, Abelardo Oquendo y muchos más coadyuvaron a lograr una versión de la guerra, desde IaDeclaratoria hasia la página que escribiera con los hechos Grau en Angamos, y que Thorndike describe con pluma ágil y comprometi- da en el tema, que hace que nos visite la emoción, cuando nos "hace " vivir en apro- ximadamente diecisiete páginas, la experiencia del encuentro de aquel 8 de octubre. Su descripción alcanza excelencias que sólo creemos comparables en esta tetralogía con la despedida la víspera del asalto chileno al Morro de Arica y la acción misma: que nos relata en las páginas finales del tercer volumen. En ambos casos -hemos conversado con muchos lectores- se llega en la emo c i h a esperarque la acción tome otro curso que el relatado por el autor y que en uno y otro caso, conocemos de su desenlace desde niños. La obra de Thorndike, creemos, es merecedora de honda reflexión y ha pu,"sto en- tre nosotros nuevamente en entredicho el encuentro entre literatura e historia. Alguna vez se nos ha dicho que "ojalá la Historia se contara así". Evidentemente es distinto el enfoque, y algunas licencias hay que se puede permitir la literatura pero que la Historia tiene que mantenerse alejada de ellas. De cuántos héroes no cono- cemos aspectos de su vida, que sin duda tuvieron influencia en el personaje. Debió tener su entorno familiar y amical; llevar junto a la rutina diana una vida compro- metida con sus gustos y displaceres; desde dormir y alimentarse, forman parte de la vida de cada quien. aunque e1 texto de Historia no lo recoja muchas veces; ¿cuántos padecimientos íntimos debió vivir San Martín en su Campaña en el Perú, en época que las noticias eran tan difíciles de trasmitir no sólo por que entonces las comuni- caciones eran asaz deficientes sino por los mismos avatares de la guerra? ¿Le traería cada información nuevos dolores en torno a la dolencia de su amada esposa María de los Remedios junto con la preocupación por la suerte de Mercedes, su hija? ;Cuántos historiadores mencionan los padecimientos físicos de San Martín, aqueja- do de graves males, aunque estos hubieran sido menores o menos conocidos que los de Bolívar? Sin duda las biografías de estos personajes tocan estos temas dando una visión más amplia y distinta que los textos donde sólo aparecen como omnipotentes jefes de aguerridas huestes. ¡Cómo describiendo wn la mayor erudición histórica, se puede superar la visión que nos da Emil Ludwig en su hlapoleovr'; ¿no vivimos más cerca de la epopeya del descubrimiento del Estrecho hoy llamado de Magalia- nes, con el propio Ludwigque en la más exacta descripción, exclusivamente basada en los testimonios históricos de tal hecho? ¿El diario de Pigaffeta resulta mejor? ¿El gran personaje no ingiere alimentos, n o ama, odia o discrepa, no gusta de determina- das distracciones, preferencias o amistades? Creemos habernos salido un tanto del tema, pero también sabemos que esas reflexiones que a algunos se les habrán escapado, son necesarias para entender el libro de Thorndike de mejor manera. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987
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