Fénix 32-33, 80-95
86 FENIX Suárez de Carvajal a manos del virrey Núñez Vela, el contador general Agustin de Zárate determinó hacer una consulta al curaca don Hernando (antes llamado Atunca), con el fin de averiguar cómo se había llevado a cabo la administración de su repartimiento y qué monto exacto de tributos había ofrecido al monarca2'. En un acto público realizado en Lima el 28 de noviembre de 1544, el curaca de Chincha mostró a Zárate "ziertas cuerdas de dos en dos, la vna blanca y la otra a m a d a , con vnos nudos a trechos , e dixo que lo amarillo hera quenta del oro y lo blanco, quenta de la plata, e que cada par de cuerdas díxo que hera la quenta de lo que avía dado en vn a f í ~ " ' ~ . Y así, hecha la verificación en sus quipus, re- sultó que en los siete años de dependencia de la Corona se habían entregado 306 marcos de oro y 20.740 marcos de plataZ4. El registro que llevaba el dirigente indígena manifiesta un volúmen tributzrio bas- tante más crecido del que figuraba en los libros de contabilidad fiscal: hay que preguntarse si esta diferencia obedece solamente a un criterio matemático dis- tinto, o bien si no estaba acaso implicada la honestidad de quienes recaudaban la contribución de los vasallos de la Corona. Debemos compenetrarnos de las cir- cunstancias de aquella etapa temprana del régimen colonial, en que no existía medida que limitara las aspiraciones de los encomenderos ni de sus sucedáneos, es decir, los funcionarios que administraban los repartimientos puestos en cabeza del rey. Tal vez no sea desatinado achacar la culpa de esa reducción de ingresos fiscales al factor Suárez de Carvajal, en primer término, y además a los otros per- sonajes involucrados en el manejo de las rentas que producía la encomienda de Chincha. Una solución medianamente satisfactoria para este problema iba a llegar pocos años más tarde mediante la implantación del régimen de tasas. que daba tanto a los contribuyentes como a los beneficiarios del tributo una nocion cierta de las rentas que estaban en juego. 3. EL INTERREGNO DE LA REBELION PIZARRlSTA Después del asesinato de Illán Suárez de Carvajal, que en buena medida abrió el camino para la instalación del gobierno pizarrista, fue otro astuto e ilustrado funcionario quien asumió las riendas de la codiciada encomienda de Chincha. Según el testimonio coincidente de varias personas, el contador Agustín de Zárate llamó al curaca del valle costeño y le advirtió que en adelante no debería tomar en consideración lo que dijese ninguno de los oficiales de la Real Hacienda, ordenándo- le al mismo tiempo que le proporcionara el servicio necesario -en hombres y ali- mentos- para el mantenimiento de su casa; "y el cacique lo hizo asy, y a la contina 22. Ibid. Ef 4 de noviembre de 1544, en Los Reyes, al comparecer ante el contador general, el curaca don Hernando declaró no acordarse del monto exacto de los tributos que había proporcionado, "pero que por sus quipos y quentas lo dirá, los quales tiene en sil tierra e ya ha enviado por ellos". 23. A.G.I. Justicia, 1079, la. pieza. f. 300v-301. 24. De acuerdo con la estimación monetaria que solía concederse a los nietales preciosos ofrecidos como tributo en el repartimiento de Chincha, la suma de oro debería valer unos 4.590.000 mrs. y la de plata, unos 37.330.000 mrs. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987
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