Fénix 32-33, 80-95

¿A qué causas se debía la pronunciada despoblación en tan corto tiempo'? Los de- clarante~ hacen referencia al ambiente de guerra civil que se vivía entonces en el Pe- rú, lo cual daba lugar a una frecuente estancia.de soldados en Chincha, donde (por tratarse de un repartimiento que no estaba en manos particulores) robaban a los na- tivos sus animales, sus cultivos, sus productos textiles, y se llevaban a muchos hom- bres como auxiliares de tropa a regiones distantes. El testigo Juan de Porras, en con- creto, expresa que "roban el valle y llevan los yndios cargados al Cuzco y los Char- cas y a otras partes, y no buelven a sus casas; y los que están de asiento en el tanbo del dicho valle roban los yndios sus mantas y comidas y se llevan sus mujeres y les hazen mu c h a d a o s ; y este testigo a visto en el Collao y otras partes muchos yn- dios de la dicha provincia de Chin~ha"~'. Finalmente se llegaba a la conclusión esperada: todos los individuos, sin discrepan- cia, opinan que el remedio más conveniente sería colocar la encomienda en poder de un particular, porque de este modo los indígenas serían tratados con mayor aten- ción y no como un patrimonio que -por pertenecer al Estado- estaba al alcance de todos. Así, el 19 de febrero de 1545 los máximos dirigentes del país suscribieron un acuerdo, por el cual se resolvía situar al curaca don Hernando y sus súbditos bajo la "guarda y amparo" de Gonzalo Pizarro. Los tributos en metales preciosos y en espe- cies seguiría recaudándose para las arcas de la Corona, mientras que el gobernador adquiría derecho a usufructuar del servicio personal de los nativos, en remuneración de su status de protector3' . Hay que revelar que detrás de esa trama en torno a la situación del repartimiento de Chincha había estado el interesado impulso del contador Zárate, quien durante su breve gestión en Lima mantuvo evidente connivencia con Gonzalo Pizarro y sus se- cuaces. Fijada la nueva condición de los tributarios de dicha encomienda, Zárate obtuvo del generoso tirano un indio principal, rodeado de una docena de subordi- nados, a los que se asignó el cometido de proveer al funcionario peninsular devíve- res y otras cosas necesarias para el mantenimiento de su casa3' ; no exento de envi- dia el contador Juan de Cáceres denunciaría tiempo después que ese principal "le dava a Zárate] hordinariamente para su comida pollos e pescado y otras menuden- J cias" 3 . Las quejas de los oficiales reales sobre tan irregular privilegio se dejaron sentir en el recinto de la Corte, pues en 1547 el fiscal del Consejo de Indias levantó en contra del contador general la acusación de haberse apropiado indebidamente dos mil pesos correspondientes al fisco, suma en la cual estimaba el servicio que le 29. A.G.I. Justicia, 1079, l a pieza, f. 16v. 30. Ibid., f. 1 ' 7 ~ . 31. Ibid., f. 18-19v. E1 acuerdo en mención fue tomado por los siete personajes ya referidos: Pizarro, Loaysa, Cepeda, Zárete, Riquelrne, Cáceres y Salcedo. 32. A.G.I. Justicia, 1072, 2a.pieza. Declaración del capitán Martín de Arauco, natural de Bilbao, en la probanza hecha por parte del fiscal del Consejo de Indias en Valladolid, octubre de 1549. 33. Ibid. Declaración brindada en la probanza hecha por parte del fiscal del Consejo de In- dias en Los Reyes, enero de 1549. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.32-33, 1987

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