Fénix 36-37, 125-145

Según lo especifica el inventario que comentamos, todos o la mayoría de los seríalados volúmenes provenían de las prensas amberinas de Christopher Plantin, impresor de origen francés que obtuvo de Felipe l l la designación de prototipógrafo del reino, con el encargo de difundir entre la grey católica los lineamientos contrarreformistasacordados en el Concilio de Trento (18). El expositor místico preferido de nuestro personaje, así como de muchos otros fieles cristianos de la época quinientista, era el dominico Fray Luis de Granada, a la sazón activo todavía como predicador en Lisboa. Existe la impresicin de que Fray Luis determinó marchar fuera de España para sustraerse de la persecución que el Santo Oficio comenzaba a desarrollar contra Los místicos, a quienes se creia cmtagiados de luteranismo por sus exhortaciones a la vida interior. Las meditaciones del sacerdote granadino respondían cabalmente a [as inquietudes morales de aquel tiempo; su incitación a la reforma profunda de los espíritus, a la preterición de ceremonias y exterioridades, al estímulo de la oración mental, conectaba directamente con el sentimiento de numerosos colonizadores ibéricos que pasaron al Nuevo Mundo. Aunque en forma dispersa, se encuentran varios datos interesantes en torno a la lectura de textos de Fray Luis de Granada en el Perú durante la segunda mitad del siglo XVI (1 9). Dentro del elenco bibliográfico de 1583 hay bastantes obras del teólogo dominico: está su Libro de la oración y meditación, que pertenece a su etapa de formación en Castilla (N"5), su famosa Guía de pecadores, que es Lana exposición de la doctrina cristiana desarrollada con elocuencia y un llamado para seguir el camino de la virtud (N-81, su Memorial de la tiida cristiana, complementando con dos tomos de adiciones (N"7 y 59). También hallamos tres volúmenes de Conciones de tempore, vale decir sermones en lengua latina ( N 9 5 4 y una versión castellana del difundido ptuc mundi (N%6), junto con un pequeño manual de oraciones (NG 52). Muestras evidentes de la atracción que generaba fray Luis en el ánimo del tesorero Dávalos, un buen representante de los súbditos peninsulares cultos de entonces. Por añadidura, inclúyense otros tratados pertenecientes a la corriente ascética que se vivió en la Península ibérica durante el Siglo de Oro, surgidos de la pluma de religiosos del hábito de San Francisco y San Agustín. El asturiano Antonio de Guevara, franciscano, obispo de Mondoñedo, publicó varios libros que gozaron de notable aceptación uno de los cuales es el derlominado Monte Calvario (N-33 ).Otro sujeto de la regla seráfica, el navarro Fray Diego de Eslella, aporta unas reflexiones sobre la vanidad del mundo (NQ 60), mientras que su hermano de hábito Juan de la Fuente, toledano, ofrece sendos escritos acerca de la esperanza y el fruto de la vida cristiana (N"4 y 65), y el franciscano cordobés Miguel de Medina expone un tratado respecto a la virtuosa humildad (NV70). Miembro de la congregación agusliniana, fray Sebastián Toscano era reconocido como uno de los mejores oradores sagrados en la época quinientista, y escribió en Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.36-37, 1990-1991

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