Fénix 36-37, 157-165

J M. ARGUEDAS: APRENDIZAJE Y LOGROS DEL NOVELISTA 161 Al cabo de los aiios se ve que me eqüivoque al subestimar udir, demasiado también guedac le faltaba doini poco dominaba la estructura del cuento y la novela, pues de casi veinte anos de aprendizaje, sólo "Orovilca" y mi juicio, eran cuentos plausibles. Hoy se puede anadir algo más, Que sólo entonces Arguedas halló por fin su camino. Sería muy interesante que la crítica estudiara en detalle el lapso que corre entre 1954 y 1958. Entonces Arguedas no sólo retoma la pluma y renace como escritor, sino que da con la vena lírica, política, mágica y animista, capaz de entregarnos mundos encantados y personajes demoníacos o tiernos, vena con la que escribe, además de "Orovilca", un cuento excelente como "La muerte de los Arango" (1955) y otro muy digno como "Hijo solo", y, por supuesto, concluye Los ríos profundos, juzgada por muchos como su mejor obra. Y en esos cuatro anos logra también una estructura novelística que ya no es tan simple como la de Yawar fiesta. Leyendo Los ríos profundos se constatan, desde las primeras páginas, las diferencias con Ciro Alegría o Enrique López Albújar, puesto que Arguedas persigue otra escuela que difícilmente puede llamarse realista o únicamente indigenista. Más bien es visible su gran parentesco con escritores que se han acercado, con una admirable intuición poética y una enorme comprensión humana, a las poblaciones primitivas de América, cuyas esencias míticas, creencias y supersticiones han sabido traducir y aquilatar. Pienso en D. H. Lawrence, por ejemplo, en novelas como La serpiente emplumada o cuentos como "La mujer que se fue a caballo". Un novelista inglés, viajando por México, logra comunicarnos la atmósfera de una sociedad antigua y ritual, eterna y mítica, cuya sabiduría parece más firme y poética que la nuestra. Y si ello era posible gracias a un observador extranjero, icorno no sería más fácil y auténtico proviniendo de Arguedas, alguien salido de la entraña'misma del pueblo quechua!. i En resumen, Arguedas halló su camino por esos años y sólo desde entonces fue un narrador que luchó conscientemente en los dos campos donde tenía dificultades: el lenguaje y el de la estructura cuentística y novelística. El propio Arguedas reconoce, indirectamente estos hechos en un ensayo que examina sus obras hasta 1958 (ver "La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú", impreso conjuntamente con "La novela", por Mario Vargas Llosa, Buenos Aires: América Nueva, 1974). En este texto, ratifica nuestra idea de que, en vez de seguir las huellas de López Albújar y Ciro Alegría, se apega muchísimo más que ellos al mundo quechua, a la sintaxis quechua, al "desordenamiento del castellano", como él dice; y confiesa, de otro lado, que había trabajado en dos estilos: el épico de Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.36-37, 1990-1991

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx