Fénix 36-37, 157-165

J. M. ARGUEDAS: APRENDIZAJEY LOGROSDEL NOVELISTA 103 más defectos que la estructura los tiene el lenguaje, desaliñado, poco efectivo y, a ratos, truculento. Pero en descargo debe tenerse en cuenta que Arguedas, en El sexto (así como en Diamantes y pedernales), busca nuevos escenarios, sale de su hábitat normal, se introduce de lleno en una de la agonía y la resurección, jarniis el hilo narrativo. Paso a paso, pues, y a ratos con dificultades, el escritor ha avanzado en su búsqueda creadora. Pero el antiguo aprendiz, el actual maestro, ira todavía en pos de nuevos hallazgos en sus últimas novelas: Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971). Se ha dicho que en Todas las sangres da cabida a personajes de toda clase en un mundo rural, ya no únicamente indígena, sino poblado por un muestrario de tipos y conductas que pueden verse en la sierra peruana. Es cierto que, como en ninguna otra novela, crea una admirable oposición entre dos protagonistas que son hermanos, dos caínes perversos y, al mismo tiempo, ingenuos, dos héroes, pero también dos villanos. Con esta oposiciOn central de caracteres, en cuyo torno hay otros secundarios, en medio de paisajes animados donde pájaros y elementos naturales participan en los diálogos y sentimientos, y en medio también de una lucha abierta por la supervivencia y la justicia, pudo haber construido una novela notable, como, por ejemplo, midiendo las distancias, Tolstoi en La guerra y la paz, cuando dedica, en una misma novela toda una galería de personajes y situaciones a un solo tema, la guerra de las Rusias contra Napoleón. Pero es curioso que, al pretender mucho, al abrir por demás el abanico, al introducir numerosos personajes que después de todo se parecen tanto entre sí, al haber transfundido una gran intencionalidad política e ideológica en la obra, de modo tan visible, y a veces tan separado de los hechos descritos, con una exageración ritual, solemne, teatral y artificiosa -recordad que Bruno dice en un momento "sí, soy teatraln-,el resultado no justifica, creo yo, las grandes esperanzas que Arguedas puso en esta novela. Su lenguaje es menos acertado que en Los ríos profundos y la espléndida oposición entre los hermanos no se aprovecha al final, por beneficiar intencionalmente a Rendón Wiilka, que podrá ser ideológicamente el personaje más honesto y preferible, pero no el más importante ni el más llamado a cerrar la obra. y, de otro lado, el libro está muy lejos de ser realista en el sentido de ser un correlato fidedigno de la vida rural peruana. Es una ficción, cuyo elemento Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.36-37, 1990-1991

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