Fénix 36-37, 60-124

FENIX formados en el extranjero y fundamentalmente a los exalumnos, algunos de ellos con cursos de perfeccionamientoen el exterior (Basadre, 1981). Examinando el cuerpo docente que dictara el primer curso y los que dieran los siguientes, se observa una gran diferencia; no se trataba sólo de grados académicos sino de experiencia profesional. Los profesores de materias técnicas (1 944) habían egresado de universidades que, en materia bibliotecológica, se distinguían por su antigüedad y por la calidad de preparación que impartían, tales como la Universidadde Columbia, en la que funcionó la primera Escuela de Bibliotecologia, la de California, la de George Washington, la de Michigan y venían de laborar en importantes instituciones bibliotecarias como la Biblioteca del Congreso de Washington (División Española), Biblioteca de NuevaYork, el Carleton College (Minnesota) y en la Universidad de La Habana. Los profesores de las restantes materias poseían el grado de doctor y eran catedráticos o hacía poco lo habían sido de universidades como San Marcos, la Católica, San Agustín y la de Roma (Italia). La diferencia era grande en cuanto a personal docente; sin embargo los cursos que se dieron a partir de 1945 contaron con otros elementos, que no existieron en el primer curso y que contrabalancearon la ausencia de profesorado experimentado. En cuanto al alumnado, la selección fue en extremo rigurosa, especialmente en el primer tiempo de la Escuela; no sólo debían poseer secundaria completa sino conocer idiomas extranjeros y tener práctica mecanográfica; cada candidato era sometido a una entrevista personal en la que se verificaba el conocimiento de uno o más idomas extranjeros, el grado de cultura general y una definida vocación por la profesión (comunicación verbal : Dr. R. Arbulú V., Srta. Delfina Otero). En el caso de la primera promoción, el jurado estuvo integrado por los doctores Kilgour y Basadre y por la Srta. Sherier; de los 305 postulantes que se presentaron fueron seleccionados 25, se admitieron además 11 alumnos más, designados por bibliotecas de instituciones de educación media y superior, hecho que no volvió a repetirse, pues la práctica demostró que la circunstancia de trabajar en una biblioteca no es garantía de capacidad ni de vocación por la tarea bibliotecaria. La primera experiencia llevó pues, al Director de la Escuela -Dr. Basadre- a la determinación de que todos los aspirantes a los estudios bibliotecarios rindiesen examen escrito de cultura general además de los requisitos antes señalados, y a limitar a 20 el número de los alumnos, por no ser posible impartir una enseñanza eficiente a un alumnado más numeroso. En la segunda oportunidad que se dictó el curso, en razón de: profesorado, local y material de estudio no pudo admitirse nada más que a 10 alumnos de los 50 que se presentaron (Basadre, 1945). Se observa una reducción grande en el volumen de aspirantes en esta segunda ocasión; consideramos que ello se debió en gran parte, al requisito de conocer por lo menos un idioma extranjero, de lo cual era informado el aspirante al acercarse a la Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.36-37, 1990-1991

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