Fénix 36-37, 60-124

100 FENIX Rubén Vargas Ugarte, Guillermo Lohmnann Villena, Washington Delgado, Josefina Ramos de Cox, Estuardo Nuñez Hague, Raúl Rivera Serna Jorge Puccinelli, Alberto Tauro, Fernando Silva Santisteban, Monseñor Luis Litu- ma, Matilde lndacocchea Pejovés, Francisco Stastny; profesores que perte- necían a la planta docente de las universidadesde San Marcos y laCatólica. Los cursos técnicos, desde el "primer experimento", tuvieron profesor principal para la parte teórica y profesor auxiliar para la parte práctica; el Estatuto-Reglamento de 1956 consagró esta costumbre en su artículo 14Q,además, estableció que los profesores principales no podían dictar más de dos cursos y el artículo 1gQseñalaba sus obligaciones: 1 V r e s e n t a r al Patronato, con la debida anticipación, el programa detallado de su curso; 2 V A s t i r puntualmente a sus clases y cumplir las labores docentes que se les encomienden. Si transcurridos 15 minutos de la hora señalada, la clase no ha principiado, ésta quedará automáticamentesuspendida; 3"ujetarse al plan, programas y método de enseñanza aprobados; y 49 Informar periódicamente al Director y al Profesor-Inspector acerca de la marcha del curso. Las obligaciones del profesor auxiliar eran semejantes a las del principal pero referidas a la parte práctica, debiendo informar además acerca de la conducta de los alumnos; también, en caso de impedimento del profesor principal o cuando éste lo creyese conveniente, el profesor auxiliar debía dictar las clases teóricas. Tanto los profesores principales como los auxiliares eran contratados por horas (Mac Kee, 1966), sólo en los últimos años de la década del 70 se nombrarían profesores permanentes a tiempo completo. En cuanto a los alumnos -en el período que tratamos- el máximo de los postulantes llegó a 85 (1954) y el mínimo a 22 (1951)' el máximo de los admitidos fue de 29 (1964) y el mínimo de 8 (1951). Al parecer el desconocimiento de la profesión determinaba la poca afluencia de concursantes, de allí que en época del ingeniero Cristóbal de Losada y Puga se dispuso que profesores de la Escuela y miembros del personal de la Biblioteca Nacional dictasen conferencias acerca de la profesión de Bibliotecario en colegios de Lima, tanto de varones como de mujeres; en 1952 se dictaron las primeras conferencias, así como también aparecieron en los diarios artículos destinados a dar a conocer al gran público el papel y las ventajas de dicha profesión (Losada y Puga, 1953). Los requisitos para la admisión continuaron siendo prácticamente los mismos hasta 1956, año en el que se aprobó el Estatuto- Reglamento de la Escuela, el cual señalaba en su artículo 28Q que el concurso de admisión se abriría cada ano en la Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.36-37, 1990-1991

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