Fénix 4, 679-686
Un elogio rotundo, retórico y no crítico, de los libros, es el qiie hace Vi- cente Espinel : "iOh libros, fieles consejeros, amigos sin adulación, despertadores del en- tendimiento, maestros del alma, gobernadores del cuerpo, guiones para bien vivir, y centinelas para bien morir! iCuántos hombres de obscuro suelo ha- béis levantado a las cumbres más altas del mundo? ¿Y cuántos habéis subi- do hasta las sillas del cielo? jOh libros, consuelo de mi alma, alivio de mis trabajos, en vuestra santa doctrina me encomiendo!" (Espiilel: Afarcos de Obrcgón, 1. Clás. Cast., XLIII, 153). Estos conceptos generales los suscribirían, sin vacilación, todos nuestros clásicos; pero la carga cerrada no es método muy de su gusto. Mejor es dis- criminar, discernir entre libros y libros, comparar el valor d e la lectura con el de la enseñanza oral, con el de la experiencia visual, etc. U todos estos pun- tos de vista son tenidos en cuenta por nuestros escritores del seiscientos. Cer- vantes, tan viajero y tan experimental, prefiere en muchos casos la informa- ción libresca : "Las lecciones de los libros muchas veces hacen más cierta experiencia d e las cosas, que no la tienen los mismos que las han visto, a causa que el que ve con atención, repara una y mnchas veces en lo que va leyendo, y el que mira sin ella, no repara en nada, y con esto excede a la lección la vista". (Cervantes: Pcrsiles, 111, 8). Era la misma opinión que profesaba aquel cortesano don Gonzalo de Cés- pedes y Meneses. "El que no sabe letras, teniendo ojos no ve". (Ci.spedcs y Menescs: El soldado Píncfaro, 1. Rivadeneyra, xvrIr, 278-b). Y como íos andaluces no pucden prescindir del chiste y el cuento, y lo esgrimen maravillosainente para probar lo que quieren, el Dr. Leiva espeta contra los autores que publican a trocheinoche: "Otra tal fiik la de c i e~ t oescritor que escribi6 un libro con los nombres de muchos tratados de que pensaba escribir; :; ahora se espera que sacará otro con el de los que 110 piensa tratar, y se tendrá así por autor de dos trata- dos nuevos". A la misma opinión del médico cordobés se acuesta Szavedra Fajarclo en estos términos : "Entregados los ingenios a csta estudi'osa gula, cayi todos mueren opilri- dos; en que tiene mucha c d p a la emprcnta, cuya forma clara i apacible corn- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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