Fénix 4, 679-686
su condición, tanto que se deja buscar, si agrada, y con el mismo semblante se deja dejar, si cansa". (Calderón: ¿Cuál es mayor perfección?, 11. Rivadeneyra, 1, 76-b). Con todo lo dicho, parece que Lope no era partidario de la profusión de libros que las prensas de su tiempo daban cada día a luz. Pero esto, más que una opinión general, es una queja del abuso que algunos de sus contem- poráneos hacían del artefacto de Gutenberg: Después que vemos tanto libro impreso, no hay nadie que de sabio no presuma. Antes que ignoran más siento por eso, por no se reducir a breve suma; porque la confusión, con el exceso, los intentos resuelve en vana espuma; y aquel que de leer tiene más uso, de ver letreros sólo está confuso. No niego yo que de imprimir el arte mil ingenios sacó de entre la jerga, y que parece que en sagrada parte sus obras guarda y contra el tiempo alberga: Mas muchos que opinión tuvieron grave, por imprimir sus obras la perdieron; tras esto, con el nombre del que sabe, muchos sus ignorancias imprimieron. Otros, en quien la baja envidia cabe, sus locos desatinos escribieron, y con nombre de aquel que aborrecían, impresos por el mundo los envían". (Lope: Fuenfeoc?cjuna, 11. Rivad., pág. 638-c). Dedicando una comedia a su hijo, vuelve a insistir en el criterio de se- lección y expone,además, cierta regla de lectura. Esta critica del abuso o manía de imprimir que inicia Lope de Vega va tomando alas durante todo el siglo XVII. Nuestro "Médico-fiiósofo" se ex- presaba así: Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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