Fénix 4, 679-686
Veamos ahora la reacción en favor de los libros, en todos sus grados. Desde Mateo Alemán, que afirma, con gran sentido común, "no haber libro tan malo donde no se halle algo bueno", (Guzmán de Alfarache: Al discreto lector. Rivadeneyra, 111, 186). hasta aquel poeta autor de la Epístola moral, que con "un libro y un amigo" se consideraba suficientemente equipado para andar el último tercio de la vi- da. Y aun del amigo supieron prescindir otros poetas, reduciendo el círculo de su sociedad a solos los libros. Oigamos a Lope de Vega: "Mas ya ves, pues, gran Perseo, como por dicha has oído, que huyendo el vulgo profano, a mis libros me retiro: los amigos verdaderos que yo tengo, son mis libros: no doy a nadie en mi casa lugar, porque no permito que mis estudios perturben aun vasallos y vecinos". (Lope: El Perseo, 11. R. Acad., VI, 96-a). Estas palabras que Lope pone en boca del mago Atalante son expresión de su estado de ánimo desahogado en otros muchos lugares. Al Contador Barrionuevo le hace estas confidencias: "Entre libros latinos y toscanos ocupo aquí, Gaspar, los breves días que suelen irse en pensamientos vanos". (Lope: Rimas hirmanas, parte II. Rivad., XXXVIII, 428-b). REY qué libros tenéis? CELIO Algunos filósofos en romance. REY iDe caballerías? CELIO Ningunos, que en amor, en cualquier trance son, batallando, importunos. REY iPoetas? CELIO Muchos. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx