Fénix 4, 687-696

Estado destina al sostenimiento de la máxima biblioteca pública del país una suma ínfima. La Biblioteca qo puede, por esto, efectuar mayores adquisid cienes. No puede, por esto, sostener un boletín bibliográfico.. N o puede, por esto, abonarse a diarios y revistas que la comuniquen con las grandes co- rrientes de la vida contenipóranea. El catálogo es un proyecto eterna'mente frustrado por la miseria crónica de sil presupuesto. En los cuarenta años transcurridos desde 1885, la nación se ha desarro- llado apce~iable~mente.El presupuesto nacional y los presupuesto locales han crecido con más o menos seguridad y más o menos a prisa. La Biblioteca ha sido, tal vez, la sola excepción en este movimiento iinániine de progreso. Después de cuarenta años, continua vegetando lánguida y anémicamente den- tro de los mismos estrechos confines de su restauración post-bé!ica. En cua- renta años, la filosofía, la ciencia y el arte occidentülcs se han renovado o se han transformado totalmecte. De esta transformación la Bibjioteca no guar- d a sino algunos documentos, algunos ecos d~spersos. Nadie podría estudiar en sus libros, este periodo de la historia de la civilización. Faltan en la Biblio- teca libros elementales de política, de economía, de filosofía, de arte etc. La organización de una verdadera biblioteca pública constituye, en tan- to, una de las necesidades más perentorias y urgentes de nuestra cultura. El Perú vive demasiado alejado del pensamiento y de la historia contemporá- neos. Su importación de libros es ínfima. El esfuerzo privado, en este te- rreno, no ha organizado nada. No tenemos un ateneo bien abastecido d e libros y de revistas. El hombre de estudio carece de los elementos prima- rios de comunicación y experiencia extranjera. La documentación que aquí puede coilseguir sobre un tópico cualquiera es inevitablemente una documen- tación inconpleta. La Biblioteca Nacional no lo provée casi nunca, oportunamente, de un libro nuevo o actual. Obras, ideas, y hombres archinotorios en otras partes, aiiquieren, por eso, entre nosotros, tardíamente, relieves de novedad extraor- dinaria. Revistas y periódicos que representan enteros sectores de la inteligencia occidental no arriban nunca a este país, donde abundan, sin embargo, indivi- duos que se suponen muy bien enterados de lo que se siente y de lo que se piensa en el mundo. Y este aislamiento, esta incomunicación, favorecen las más lamentables mistificacioi~es. Una enérgica campaña de los escritores pernanos en todos los diarios y todas las revistas, podría obtener un largo y próvido aumento de la renta de la Biblioteca. En caso de un resultado negztivo o mediocre, podría so- licitar una suscripción nacional. Yo no escribo este artículo para suscitar o iniciar esa campaña. Lo escribo porque siento, individualmente, el deber de declarar lo que es, a mi juicio la Biblioteca Nacional de Lima. Demasiado mío, demasiado personal, este artículo no es tina invitación ni es una circular al periodismo. E s una constatación individual. Es una opinión crítica. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946

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