Fénix 4, 687-696

EL IATDICE LIBRO Si se enjuicia la cultura peruana, el testimonio del libro es demasiado ca- tegbrico para que no consigamos ahorrarncs al menos bajo este aspecto, ex- - cesivas ilusiones. L endremos que convenir, delante de las cifras de nuestro bal¿iilce editorial y librero, en que el Perú lee demasiado poco. Se explica, el instintivo afán de la burguesía peruana de medir su progreso por sus com- pras anuales de cemento, automóviles, sedas, etc. La cifra del consumo de sedas la favorece tanto como la desfavorece la ciEra de su prcvisión de libros. De esta íiItirna cifra podenios desinteresarnos todo lo que queramos, s i resolvernos considerarla corxo el signo de un problema específico y exclu- sivo de la "clase ilustrada". Pero tal a s a no es posible. El problema de la cuitura no es de una clase sino de la nación. El intelectual, el estudiante, el profesor, ericueiitran su priiner límite en la pobreza bibliográfica. La "in- teligencia" sufre doíorosaniente las coiisscuencias del incipiente movimiento librero y cle la exigua actividad editorial del pais. Abastecida casi íinicamen- te por las librerías ecpnfiolas, de ideas de segunda mano, su conexión con la ciencia y la filosofía occidentales resulta por fuerza esporádica e insuficiente. El trabajador intelectual es casi siempre pobre. No puede importar directa- mrrmte todos los libros que necesita. Los que las librerías de Lima le olrecen son muy escasos o muy tardíos. L;i..: bibliotecas de bien poco pueden ser- virle. (Ya lie cumplido una vez con el deber -que se me antoja de todo in- telectual-, de protestar contra la miseria de la Biblioteca Nacional, reducida casi al modesto oficio de sala de lecturas recreativas.) El problema del llbro se presenta, pues, incontestablemente, como uno dr !os problemas que nos toca debatir, ya que no resolver, a los escritores. Nuestro interés particular de intelectuales -si otro interss más amplio no cs bastante para moverse- es uno de los que reclaman su gradual solución. Muchas veces se ha constatado que carecemos de ambiente de ideas. E n vez de contentarnos con registrar i:ielar?cólicamente este hecho, debemos exami- nar una de sus causas: la falta de Ilhros, esto es, de niatcrialcs de informa- ción y de estudio, sin los cuales no se concibe en nuestro tiempo un ambiente de ideas. Esto en lo que atañe a los tralsiljadores intelectuales, qxe no representa más que un aspecto, y no el mzyor, del problema del libro. El libro, consi- derado en su función integral, es mucho más que un instrumento de trabajo de los intelectuales. Tiene e! primer lugar entre los factores de educación pública. Dentro del problema general de? libro, reviste importancia fundamental el problema del libro perunno. Los autores no encuentran editores. Deben escoger entre publicar sus libros por su propia cuenta, a pura pérdida, o guar- Publicado en Mundial, Lima, 4 de marzo de 1927. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946

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