Fénix 4, 687-696
tavos. Para una editorial, este gasto, que no tiene como otros plazo ni es- pero, puede ser mayor que el del costo de impresión del volu~renmismo. La distribución de un libro es tan cara como su producción, que no tiene muy ciertas garantías de cubrirse con la venta. He aquí, sin duda, una valla quc al Estado no le costaría nada abatir. El libro debe ser asimilado a la condición de la revista y del periódico que. dentro de la república, gozan de franquicia postal. El correo perderá Linos pocos centavos; pero la cultura nacioilal ganará enormemente. En otros paí- ses, el correo facilita por medio de la "cuenta corriente" o del pago de una suma mensual muy moderada, la difusión de toda clase de publicaciones. En un país, donde el público no siente la necesidad de la lectura sino en una exigua proporción, el interés nacional en proteger e impulsar la diíusión del libro aparece cien veces mayor. Y como hay también interés en que el libro nacional s ~ l g a l extranjero, para que e1 país adquiera una presencia creciente en el desarrolIo intelectual de América, la tarifa postal debe ser igualmente favorable a su exportación. Los autores y los editores triplicarán sus envíos con una tarifa reducida. No hace falta agregar que el Estado y las instituciones de cultura dis- ponen de otros medios de fomentar la producción liteiaria y artística nacional. El establecimiento de ediciones del Ministerio de Instrucción, de la Bil>lioteca Nacional, de las Universidades, es, entre ellos, indispensable, tanto para la provisión de las bibliotecas escolares y públicas como para el mantenimiento de servicios de intercambio, sin los cuales no se concibe relaciones regulares con las Universidades y bibliotecas del extranjero. Existe, en el congreso, un proyecto de ley que instituye un premio na- cional de literatura. La institiición de esta clase de premios ha sido en to- dos los países provechosa, a condición naturalmente de que se le haya con- servado alejada de influencias sospechosas y de tendencias partidaristas. El sistema de los concursos tan grato al criollismo es contrario a la libre creación intelectual y artística. No tiene justificación sino en casos excepcionales. Es, sin embargo, entre nosotros, la única mediocre y avara posibilidad que se ofrece de vez en cuando a los intelectuales de ver premiado un trabajo suyo: Los premios, mil veces más eficaces y justicieros, cuando recompensan los es- fuerzos sobresalientes de la vida intelectual de un país, sin proponerles un tema obligatorio, estimulan a la vez a autores y editores, ya que constituyen una consagración de seguros efectos en la venta de un libro. Aunque falte todavía mucho para que los problemas vitales de la tul- tura nacional merezcan en el Períi la consideración de las gentes, vale la pena plantearlos de vez en cuando, en términos concretos, para que al menos los intelectuales adquieran perfecta conciencia de su magnitud. ---- 2 El proyecto mencionado n o mereció la aprobación legislativa. Pero la ley 9614, promulgada e1 30 de setiembre de 1942, creó 12 premios para el bmento de la cultura, los cuales han sido otorgados desde 1944. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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