Fénix 4, 730-741
ANA'i'GLE FKANCE BIBLIOTECARIO 735 En efecto, nuestro autor es -por excelencia- un bibliotecario y den- tro de las múltiples variedades que el tipo ofrece, es un referencista en hu- manidades. Es bibliotecario por el cariño que siente hacia los libros. No sólo apre* cia en ellos su contenido intelectual o artístico sino que gusta de cuanto atañe al volumen: la calidad del papel, la belleza de !a tipografía, e! grano de la pizl que lo encuaderna, el talento de quien lo ilustrara o el nombre e historia ;de su dueño anterior. Es bibliotecario por su amor hacia los recue;dos del pretérito. Gustoso aprobaría las palabras de Augusto Comte cuando este dice que la Humani- dad se compone, a la vez, de los vivientes y de los mcertos y que son estos ú1- timos los que mandan. Tiene el convencimiento de que el pasado persiste en el presente y se prolonga en el fiituro. Fácil nos sería de,mostrarlo con citas tomadas de Le Crime de Sylveséte B o n t ~ ~ r d , e Le Jardin dPÉpicure,de L3 Révolte des Anges, o de La ~ i e en Flerlrs. Como estas obras pertenecen a muy diversas etapas del pensamiento Iranciano, podemos afirmar que esa idea de continuidad estaba sólidamente arraigada en su espíritu. Es bibliotecario por esa fruición que siente al leer un catálogo: "No co- nozco lectura más amena, más atrayente y más agradable", dice Sylvestre Bonnard refiriéndose a un catálogo impreso, ccmo se estilaba entonces y co- mo -al cabo de casi un siglo- vuelve a preconizc>.rsehoy. Lo es también por ese dejo de orgullo proefsionai que asoma a1 destacar los perfeccionamien- tos aportados por su generación en lo que respecta a nornias técnicas: "Ese catálogo peca, en verdad, por un exceso de breved'ad y no ofrece el grado de exactitud que los archivistas de mi generación introdujeron, por priniesa vez, en tales trabajos. . ." Es referencista, por su inmensa curiosidad que lo lleva a leer constante- mente, a hojear los más extraños libros, a ubicar en una ficha o en un rincón de su privilegiada memoria, un sinnúmero de datos. Ellos pasarán a sus obras y serán la desesperación de los conientaristas exnpeilados en establecer el origen de cada uno de sus decires. Es humanista en cuanto se interesa casi exclusivamente en el hombre, en las ideas y en su exposición. Cuesta trabajo imaginarnos a France como Director de un Museo d2 Paleontología o de un Instituto Oceanográfico. SU inteligencia asimila a las ciencias físico-naturales, pero únicamente le atrae lo humano y sus obras, especialmente si revisten la forma de libros. Pese a que sus lecturas y sus reflexiones le han convencido de que el hombre, y aún la humanidad entera, no ocupa en el Cosmos un lugar mucho más impor- tante que el moho que se forma sobre los hongos, pese a ello SU temperamento tiende a hacer de la obra del hombre pensante el íinico objeto digno de es- tudio. Ello explicaría, entonces, por qué la naturaleza ocupa tan escaso lu- gar en su obra. Sólo unas líneas aquí y allá. ¡Cuán lejos estamos de c h a + teaubriand, de Bernardin de Saint-Pierre y de Víctor Hugo, con sus des-. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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