Fénix 4, 761-773
Debo hacer expresa declaración que no está en mi ánimo considerar pro- blemas catalográficos en toda la extensión de tal proceso, sino limitar el alcance de este trabajo a la redacción de las fichas principales y secundarias de autor, ya que lo primero exigiría una exposición mucho más amplia y quc contemplara todo el problema y cada lino de sus a~pectoshazta el detalle, y además porque creo que la 2ctiial organización y la experieccia recogida en nuestra bibliotecas, no aconsejan involucrar aquí los eiicabezamientos de ma- teria, sean para catálogos diccionario o sistem5ticos. Como complementc 3 esta contribución, he presentado a estas Jornadas iin trabajo titulado "Expe- riencias recogidas en la tradticción de la lista de encabezam:entos de materia de Sears", tarza realizada con la ayuda de la Sra. Maria L3lisa Gálvez de Ni- ktison y la Srta. Isabel Betbeder Avellaneda. Las escuelas de bibliotecarios tienen, con respecto al problema que moti- va este trabajo, extraordinaria importancia, ya que ellas son, en rigor de ver- dad, las qua aportan uno de los elenentos primordieles. Me reliero a su in- fluencia en la orientación de los procesos ttccicos, que se observa en muchas de nuestras biblioteca:, y que es la que en un futuro no lejano se impondrá $en su casi totalidad. Si se analizan los programas de estudio de las diversas escuelas cie bi- bliotecarios de esta parte del mundo, se ve que tanto cn el Uruguay, corno en los cursos que en este momento dicta en Chile K4r. Ed\vard Heiliger, se em- plea el código de catalogación de la A. L. A. Lo mismo ha sucedido en la escuela que dirige en la Biblioteca Nacional de Lima el Dr. Jorge Basadre. La tarea realizada en Quito y Bogotá por el Dr. Rudolph Gjelsness sigue la mis- ma orientación. En el Brasil se cuenta con uri conjunto de reglas de influen- cia anglo-sajona. En La Paz, Bolivia, ccn el Dr. Augusto Cortazar utili- zamos, durante un curso dictado para bibliotecarios bolivianos, los Normas para la catalogación de los impresos de la Biblioteca apostólica vaticana, y sobre este mismo código se apoya la enseñanza en la Escuels de Bibliotecarios del Museo Social Argentino. Este cuadro de la enseñanzc? de la catalogación en 10s principales países de la América latina, pone en evidencia que los alumnos egresados de sus di- versas escuelas se encuentran de~ltrode una tendencia netamente anglo-ame- ricana, ya que, como está demostrado con toda claridad, las normas de la Bi- blioteca apostolica tienen gran similitud y están orientadas en idéntico sen- tido que las de A. L. A., tanto en lo que respecta a la redacción de las fichas ccanto a la estructura de 10s catálogos. Ante tal estado de cosas parecería lógico, como base suficientemente só- lida en que apoyar nuestro esfucrzo catalográfico, la simple adopción clefini- tivn de uno de esos dos repertorios. Sin rechazar esta pcsibilidad, y sin ánimo de querer insinuar la redacción de nuevas reglas wperpectiva a la que pongo toda clase de objecciones, no sólo por el hecho de que formular algo nuevo no parece oportuno por el momento, sino también por ia falta de una experiencia Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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