Fénix 4, 761-773
al tratar esta regla, que tal aclaración podría también interpretarse en el sen- tida de incluir no sólo el segundo o el tercero de los colaboradores, sino cual- quiera de ellos, cuando su autoridad y reputación pn la materia tratada, jus- tificaran tal cambio. Lógicamente, al alterar el orden de los coautores se sobretiende que se harán fichas secundarias por los más importantes y no por los que se han omitido. Para que la ficha no pierda clandad, se indicará con puntos suspensivos la omisión de un autor y su reemplazo por otro citado des- pués del tercero. Esta alternativa permite hacer las fichas de acuerdo con el nombre de los autores más conocidos, liberando la norma de su dependencia del orden que ellos guardan en la portada, adquiriendo así un mayor valor informativo. Debo hacer notar que no se me ocultan los peligros de esta selección, pero confío en que un catalogador bier, dotado y respetuoso del espiritu del código que emplea, esté en condiciones de salvarlos, sin mayores riesgos. La regla 3 Colecciones, sugiere una aclaración de detalle, no de concepto, relacionada con la forma de disponer los elementos en la ficha. En 3 b ) se ejemplifica, sin el debido comentario, un trabajo que debe registrarse por su título. Se sabe que toda obra en la cual la parte escrita por cada autor no se delimita con claridad, que no tiene un editor o director responsable, o que es mejor conocida por su título, se cataloga por este último, variando la dis- posición de los elementos informativos, como en el caso de las publicaciones periódicas. La regla 3 b ) , que incluye el primer ejemplo, tiene la desventaja de no aclarar el procedimiento. Las normas del Vaticano hacen las adver- teíicias de rigor en la parte correspondiente a publicaciones periódicas. Convendría, sea en la parte preliminar del código de cat~logación,en la regla 3 b ) o en la parte destinada a Series, dejar sentada la necesidad de di- ferenciar objetivamente los asientos destinados a obras con autor determi- nado, de aquéllas pasa anónimos, que llevan una sangría de dos espacios ha- cia adentro, y de las destinadas a publicaciones periódicas y colecciones, con sangría de dos espacios hacia afuera. Tal procedimiento evitaría descubrir esta variante después de largo andar entre las distintas fichas y reglas, y se- ría, para el caso particular de aquéllos bibliotecarios que deben formar su ex- periencia catalográfica sin contar con un adiestramiento previo en escuelas apropiadas, una aclaraciéíl útil con la que sc podrian evitas posteriores rec- tificaciones en el catalogo. Es indudable que la mayoría de las reglas incluidas en esta primera parte del código de A. L. A. tienen un valor general, que afecta a muchas otras que corren en el resto del mismo, y que una peque& acla~;ici&n de ín- dole doctrinaria y previa, podría ser de mucha utilidad para el cnialogador sin gran experiercia, y permitiría a la vez reducir e! volumen general del trabajo, evitando repeticiones inútiles. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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