Fénix 4, 774-784
en otros casos, hasta una triplicación, como la de la esquizofrenia, que aparece bajo el 132.1523 con el nombre de "Disociación de la personalidad" y bajo el 132.1982 y el 616.8982 con su propio nombre y el de "Demencia precoz". Ha de suponerse la perplejidad del clasificador no versado en alta psiquiatría an- te semejantes diferenciaciones. Pero, aparte de los yertos divisivos que, por la rígida limitación de sus casillas, comete el sistema deci.mal o, más exactamente, novenal, han de seña- larse aquellos que importa su simbólica misma en la práctica mccanográfica de la notación, la cual, según Teodoro Becu, "en muchos casos parece necesitar una máquina de contabilidad". "Un libro - observa este autor - sobre control de tarifas de ferrocarriles, asunto bastante argentino, debe ser notada por el bibliotecario bajo el guarismo 385.13201682, y debe ser pedido por el lector anotando dicha cifra en la tarjeta. ¡Pobres de ambos si se cambia o se traspone alguna cifra!" Estos inconvenientes derivan de que la notación deweyana eliminó la com- biíltrción alfabética y numérica e imposibilito, por ello, una simbólica, si no simple, siquiera muy más simplificable. Su decimalismo no podrá, sin em- bargo, remediarse con la dispersión mera y atómica de sus casillas, corriendo el riesgo de convertir el sistema en infiniteiimal. Lo experimentado hasta ahora en la práctica catalográfica argentina, chilena, peruana y acaso también en !a estadounidense, parece indicar que ía clasificación de materias reclama also más o algo menos que diez subdivisiones para cada una y que, dentro de los límites decimales, aun cuando sribdivisibles hasta lo infinito, el clasifica- dor no puede respetar -- aunque debe + la categoría única de cada( tipo del conocimiento, hallándose forzado a consignarla allí por modo inapelable e ined Indible. Y por dividir en diez y subdividir en diez se llegan a extremos tan ilógicos, anticientíficos y hasta reñidos con el sentido común, co,mo los señala- dos por Gonzáles Rodríguez. Pudieron evitarse los mencionados errores taxológicos si, en lugar de una división fundamentalmente cuantitativa, tal cual demuestra en n~ 100, se hubiera dividido conforme a la variable lógica de la indicada rama del conocimiento (lo que era de conseguirse acordando el esquema al programa vigente en alguna cátedra de metafísica de cualquier universidad, revisado por asesor autorizado). E l cafjlogo general como conjun- ción de cafálogos especiales. Esta última observación nos induce a hosqiiejar la idea de si no sería me- nos inseguro concebir el catálogo general como un conjucto ordenado y, en lo posible, sistemático, de catálogos especiales, en cuyas epigrafía se trasunta- rari - ora con terminología vulgar, ora con terminología técnica - los pro+ grarnas que rigen en las cátedras universitarias y los esquemas establecidos en las instituciones científicas, literarias, artísticas, etc., debidamente revi- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.4, julio-diciembre 1946
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