Fénix 40-41, 101-146

Fénix n. O 40-41, 1998-1999 - -- promisorio. Cierto era que, por la declaración de los testigos-partiendo de la deCristóbal, el Unico quepresenció loshechos- y sincontradicción,había quedado confirmado el hallazgo del tapaditodel respaldo de SanAndrés y aunque demodo imperfecto,identificadosademás sus autores; pero cierto era también -y lo sabíael licenciadoCastro- quetodo elloresultaba realmente vano, pues no habia podido llegar a identificar plenamente a los autores y menos secuestrarel hallazgo. ¿Quéhacer entales circunstancias?Desde luego que en casos similares los inquisidoresacostumbrabanapelara la paciencia, sin embargo, el licenciado deCastrojuzgó convenienteno hacerlo todavía; prefería arriesgar continuandoel proceso. Arriesgar ... ¿valiéndose de quién?Un mercader, claro está. Un testigo sobreel cual sibien no recaía sospechadejudaizante, sí derealizar operaciones ilícitas con estos, para recordar, penitenciados no hacía mucho tiempo. Se trataba por cierto de alguien que podía ser presionado.No obstante ello, lo que obraría para la causa resulta claro que dependería también de la forma en que el testigo, en su defensa habría de actuar. Estando a lo dicho, sobre quien se había puesto la puntería se llamaba Tomás deUlloa. Era gaditano de SantaMaría de Zela, y a los 36 años aún soltero; moraba en la calle de San Pedro y, en razón de su oficio, conducía una tienda en el callejónde los merca de re^.^^ Tomás de Ulloa h e citado a declarar el día 16de diciembre de 1639. Como era de esperarse, ese día, por la mañana, la obligación y sus pasos lo llevaron hasta el local de la Inquisición, ubicado en la plazuela del mismo nombre. El mercader atravesó el umbral avista del portero del SantoOficio y luego entró a la sala de audiencias que le había sido señalada. En ésta, encontróal licenciadoCastro,quienuna vezmás presidía la Sala,acompañado del notariodel secreto listo aponer por escrito la declaraciónde tan especial testigo. 4 9 Ibidem. fol. 1 I . Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.40-41, 1998-1999

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