Fénix 40-41, 101-146
- El Santo Ojcio ... /Carlos Alfonso Villanueva C. La respuestasonórazonable,por locual asintió el inquisidor;pero le formuló otras preguntas al testigo, a fin de poder corroborarlo. La primera si eran grandes loshoyos que según el testigo losmorenoshabíanhecho, y la segunda si podía señalar el lugar en que fueron realizados. Folupo respondió, aunquecontradiciéndose: -Dos oyos hai, pero no sé si son grandes o chicos.83 Al oírlo, al inquisidor no le quedómás remedio que descorrer el velo del misterio. En consecuencia,mandóal notario de secuestrosque, de inmediato, en compañía del esclavose constituyeraen el lugar señaladoa fin de realizar una inspecciónocular.84 Notario y esclavo no tendrían que fatigarse demasiado. En marcha, mediando el colegiode SantoTomás, llegaronluego de tres escasas cuadras al Monasteriode lasDescalzas,frontero a la Plazuelade SantaAna. Al fondo de ésta, divisaron el hospital del San Andrés, de españoles, en cuya torre lucían lasArmas del Rey doradas, y, más cerca, amedia cuadra, la iglesiay el hospital de Santa Ana, de indios. Cruzando la esquina, notario y esclavo llegaron hasta la siguiente, en que estaba clavada la Peña Horadada. De este lito, volteando amano derecha, siguieronhasta el lugar de la huaquillade SantaAna señalado por el testigo. Ahí se detuvieron. El notario lepidió a Francisco que señalase el lugar en donde había visto los dos hoyos contenidosen sudeclaración. El esclavolohizo. jEmpero en el lugar que señaló no había nada que se pareciera siquiera a unos hoyos! Desilusionadoel depluma, hecha la constatación,apuntó: c8J 84 En el documento dice: '... dos oyos hai i que no sube si son grandes o chicos'. Ibidem. Ibidern,fol. 16v. 143 Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.40-41, 1998-1999
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