Fénix 43-44, 79-98
servar que tanto Palma como de relacionarsecon la politica. tra ctica un compromiso activo, incluso rebelde, pero que n de creaclon, en González Prada, siempre crítico y virulentocuandoutiliza el verbo, nunca tuvo una participación política significativa. Si Palma fue un consejero, Prada fue un dinamitador. EI o, en tanto intelectual, encuentra antecesores en ideólogos ano y Carrillo o WipólitoUnaniue, por ejem el poder como Francisco aulaGonzálezVigil o José Gálvez. El análisis de los diversos temas que han sido tratados en las páginas precedentes y cómo fueron abordados por Palma y GonzálezPrada permite ubicar a cada uno en específicasfiguras de intelectual, de acuerdo a tradiciones culturales y visiones sociales. Las tradiciones culturales, según Edward Shils,4O se deben entender como los criterios y las reglas gracias a los cuales se pueden enjuiciar las obras artisticasy literarias,reconociendo en cada una de estas tradiciones un elemento central que las identifica y distingue de las otras. Este elemento central, además, nos ayuda a localizar a los intelectuales y establecer cierta taxonomía, que no es absolutapero sí referencial. El contacto entre las distintastradicioneses inevitableen la práctica, aunque por razones expositivasy de análisisel observador debe saber separarlas. Shilspropone la siguiente clasificación para el reconocimientode las tradiciones culturales.En primer lugar, la tradición cultural intelectualista, en la que el elementodefinitorioes el empleo de la lógica por parte de los hombresde ideas. En segundolugar, la romántica, cuyo componente distintivo es la espontaneidad; es la opuesta casi radical a la anterior. En tercer lugar, la revolucionaria, en la cual los intelectualesportan una visión apocalíptica de la historia y del proceso social en su conjunto. Y, finalmente, en cuarto lugar, la populista, que supone una manera de ver la constitución y desarrollode la sociedad desde la accióndel pueblo, concebido como el que encarna las mejores virtudes humanas. Atendiendo a esta clasificaciónes posible ubicar a Palma, en tanto escritor y hombre público, al interior de la tradición cultural romántica. No necesariamente porque sus obras de creacibn estuvieran destinadas a ofrecer un retrato del pasado, especialmente el colonial, sino por el estilo, que no cumple necesariamentecon ciertas reglas (por ello la mixtura de lenguajes que tanto le criticó González Prada) y porque están impregnadas de sentimientos más que de 40 Shils, Edward, The Intellectuals and fhepowers, and other essays, The University of Chicago Press, 1972. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.43-44, 2001-2002
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