Fénix 45, 9-20

10 posalfabetización varias décadas antes de que las normas de UNESCO-IFLA lo plantearan como temas medulares en países que, como el nuestro, están aún lejos de superar la marginalidad social vinculada al analfabetismo. 1. ELANALFABETISMOENELPERÚ Una rápida mirada a los censos nos mostrará la real dimensión del analfabetismo en nuestro país: Censo Población analfabeta Tasa 1940 2 070 270 57% 1961 2 185 643 38% 1972 2 062 870 28% 1981 1 737 213 17% 1993 1 784 281 11% Entre 1940 y 1961, la tasa bajó diecinueve puntos, pero, en términos reales, en ese período nuestro «éxito» consistió en un incremento de 115 373 analfabetos. Entre 1981 y 1993 los programas de alfabetización no lograron impedir que nuestra sociedad generara 47 068 analfabetos más, aunque podemos cuadrar las cifras para tranquilizar nuestras conciencias y decir que la tasa descendió seis puntos. Mientras entre 1940 y 1993 la población se multiplicó casi por diez, en el mismo período solo podemos decir que la cantidad de analfabetos disminuyó en 285 989 personas, a pesar de todas las políticas, reformas, campañas, proyectos y planes aplicados año tras año. Es evidente que la disminución de la tasa de iletrados no mejora las condiciones de pobreza, como se suele sostener, porque no son los analfabetos los que ocasionan la pobreza sino a la inversa: es la pobreza material la que genera escuelas incompletas, exclusión, deserción, repitencia y condiciones de marginalidad. Las consecuencias individuales y colectivas de estos fenómenos afectan la calidad de vida, el acceso al empleo, la posibilidad de participación democrática y otras circunstancias desfavorables que cierran el círculo retroalimentando a la pobreza inicial. Somos personas pobres en países pobres, con escuelas pobres; en países en los que el Estado invierte mucho menos en educación que en armas, y tenemos maestros pobres que siguen pensando en una educación tan pobre que de cada cien niños que entran a primer grado solo cincuenta terminan el ciclo primario. La mayor deserción se produce antes del cuarto grado (nivel considerado como el «punto de no retorno» al analfabetismo inicial) y solamente llegan diez, de los cincuenta anteriores, al nivel superior. Pero aún hay más: el analfabetismo censal es absoluto. Se refiere a las personas que no pueden leer ni escribir textos básicos, concepto que muestra apenas la tercera o cuarta parte del iceberg. Esto es el analfabetismo funcional en el que están incluidas todas aquellas personas cuyas competencias para usar y comprender el lenguaje escrito son ínfimas. Ser alfabetizado es mucho más que conocer los códigos del lenguaje escrito, ya que permite la comprensión del mundo y del trabajo, y es útil para enfrentar los problemas de la vida actual. Emilia Ferreiro, investigadora en el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigaciones y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México, señala que la alfabetización de adultos por sí sola no aportará cambios sustantivos mientras que la escuela primaria siga produciendo analfabetos por exclusión, por repitencia recurrente, por deserción o porque no logra incorporar el objeto enseñado, la lengua escrita, a los intereses vitales de la persona. Son, pues, dos vertientes paralelas: la incorporación real de todos los niños (nivel de prevención), jóvenes y adultos iletrados (nivel de recuperación) a la Galaxia Gut enber g, 5 como actores que leen y escriben su mundo para participar activamente en él. 2. LAALFABETIZACIÓNENELPERÚ Consideramos fundamental adentrarnos en la historia pasada e investigar qué se ha pensado en el Perú y qué se ha hecho o pretendido hacer en este campo de la alfabetización y posalfabetización. -------------------- 5 N. del E. Estos son términos acuñados por el filósofo de los medios Marshall McLuhan y designan un período histórico dominado por la escritura, que comprendería desde la difusión de la imprenta hasta las primeras décadas del siglo XIX (McLuhan, 1972) Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.45, 2008