Fénix 45, 9-20

13 incapacidad de abordar el tema en forma integral, más aún si tomamos en cuenta que las metas anuales de alfabetización escasamente llegan al 10% del total de iletrados y sin abordar la posalfabetización. 3. LA ALFABETIZACIÓN EN LAS BIBLIOTECAS PÚBLICASDELPERÚ 3.1. El Bibliobús del Fondo San Martín El Bibliobús atendió, desde agosto de 1957 hasta fines de 1980, a los trabajadores de las fábricas de Lima. Este servicio de lectura se pensó y realizó como una forma de alfabetización integral, cuyo objetivo principal era la mejora de la calidad de vida. No solamente se beneficiaron los lectores que llevaban por una semana el libro a su casa y podían, vencido el plazo, devolverlo o continuar con el préstamo, de manera absolutamente gratuita. También se beneficiaron y motivaron profesionalmente decenas de alumnos de la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional que realizaban parte de sus prácticas en el Bibliobús. No conocemos otro tipo de biblioteca similar donde se tomara contacto con esos lectores. En cierto modo se ayudó a la integración. Todavía se recuerda una anécdota exquisita con relación a la lectura en el Bibliobús. Era un mes de enero del setenta y se anunciaba en el periódico que en la Escuela Normal de Monterrico se brindaría clases, con certi- ficados en los grados de Primaria, a los choferes de la Empresa Municipal de Transporte de la Municipalidad de Lima (APTL). Como coincidía con la filosofía del Bibliobús, el personal se acercó inmedia- tamente a las religiosas responsables de esta enseñanza a adultos. Hubo mucha reticencia por parte de las maestras, pues aducían que solo iban a estudiar los primeros grados y que no necesitaban otros libros. Como era de esperarse, la oferta era llevar el Bibliobús cargado de libros técnicos de distintas especialidades, de cultura general y de textos peruanos. A pesar de las objeciones, se llevó el Bibliobús ni bien terminado el almuerzo. Había una treintena de hombres, de alrededor de cuarenta años, sentados en la mesa de estudio frente a libritos propios para niños de primeros grados. Sus caras sin resplandor y sus miradas sin luz mostraban el poco entusiasmo que esas clases les provocaban. El personal del Bibliobús les dijo: «Hemos sabido que están estudiando y les hemos traído el Bibliobús con libros para que escojan y lean». No se podrá olvidar nunca la mirada iluminada de todos ellos, era como si se hubiera encendido un reflector. A uno de ellos se le preguntó qué libro quería y dijo: «Mitología griega». El segundo contestó: «Yo, motores Diesel». Y, naturalmente, no hubo más preguntas. Se les condujo hacia donde se hallaba estacionado el Bibliobús, en el cual permanecieron hasta que se acabó la luz del día, ya que la del Bibliobús no era muy potente para seguir leyendo. Se les veía afanosos estudiando tablas complicadísimas de fotografía o cálculos sobre calderos, aire acondicionado o sobre la naciente TV a colores. A lo largo de los años 1962-1988, el Perú entero, representado por capitales de departamentos, provincias, distritos y pueblos aledaños, nos enseñó sus necesidades, sus recursos y cómo deberían ser tratados. Numerosas anécdotas sustentan este solo pensamiento: leer para educarse, educarse para crecer e integrarse para lograr una nación. Tuvimos y seguimos teniendo el convenci- miento de que en nuestro puesto de bibliotecarios tenemos la posibilidad de participar en el adelanto del país. Y, pese a que el Perú en materia de educación viene dándole la espalda a la lectura, en la Biblioteca Pública seguiremos insistiendo en nuestra tarea. Por ello se ha tratado de no dejar cabos sueltos: atender a las zonas fronterizas, a las cooperativas azucareras expropiadas, a los niños trabajadores y a las mujeres trabajadoras del hogar. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.45, 2008

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