Fénix 46, 203-224

–215– B iblioteca nacional del perú ción uno en particular, pues nos podemos imaginar a Porras teniendo en sus manos el tomo primero de Dictámenes del fiscal de la Corte Suprema de Justicia de Chile de Am- brosio Montt, con dedicatoria a uno de los personajes más polémicos de la historia peruana, don Nicolás de Piérola, en lo concerniente a su participación en la Guerra del pacífico. Montt fue un político que vivió los sucesos de la guerra con el Perú desde un lugar privilegiado, la cámara de Diputados de Chile, y a través de dicha dedicatoria dejó constancia de su cercanía: «Al señor D. Nicolás de Piérola, en testimonio del altí- simo aprecio de su afectísimo amigo. Santiago, marzo de 1895. Montt». Lo curioso de la dedicatoria es la fecha, que no es precisa, pero se da en un mes convulso para el agitado camino de Piérola, ya que es el mes en el que se decidió la guerra civil que mantenía con Cáceres desde casi un año atrás, y que se cristalizó el 17 de marzo cuando el caudillo hizo su ingreso por la Portada de Cocharcas en Lima. Sobre las dedicatorias dirigidas a Porras, destacan las dirigidas por Ella Dunbar Temple, quien fue una de las brillantes historiadoras cercana a él, además de ser la pri- mera mujer que tuvo una cátedra universitaria en el Perú, en 1943 publicó como sobre- tiro de la Revista del Museo Nacional su estudio «Los Caciques Apoalaya», dejándole una curiosísima dedicatoria: «Dr. Raúl Porras: Ud. que ha potenciado tan brillantemente la figura de Pizarro y la obra de los cronistas de la Conquista ¡querrá leer esta historia desaliñada de unos caciques disminuidos? Muy cordialmente: Ella Dunbar Temple». Otra historiadora que aparece con gesto de admiración es María Rostworowski, que al publicar Pachacutec Inca Yupanqui, en la Imprenta Torres Aguirre en 1953, deja las siguientes palabras: «Al eminente historiador y profesor Raúl Porras Barrenechea con sentimiento de admiración y profunda gratitud. María R. de Diez Canseco. Lima 22 de julio 1953». Por su lado, el historiador Guillermo Lohmann Villena, ya por entonces eximio promotor de la historia de la colonia, evidencia en sus dedicatorias algunos testimo- nios de aprecio y respeto que surgió de su estancia en Madrid; un ejemplo es la firma- da en 1956 en su libro Cifras y claves indianas: Capítulos provisionales de un estudio sobre criptografía indiana, publicado en Sevilla como separata del Tomo XI del Anuario de Estudios Americanos; otro es el libro las Memorias del sitio del Callao de José Ramón Rodil, donde Lohmann estuvo junto a Vicente Rodríguez Casado como encargados de la edición y la nota preliminar, que fue publicado en Sevilla por la Escuela de Estudios Hispano-Americanos en 1955; finalmente, otro buen ejemplo es Menéndez Pelayo y la hispanidad, publicado por Ediciones Rialp, como parte de la colección Biblioteca del Pensamiento actual en Madrid en 1957, 20 esta dedicatoria llama la atención: «Para el 20 Libro con el que Lohmann ganó el Premio Nacional del Centenario para temas hispánicos en el concurso convocado por la Junta Nacional del Homenaje a don Marcelino Menéndez Pelayo, en conmemoración del centenario de su natalicio, con lo que se pudo financiar la edición. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.46, 2017

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