Fénix 46, 203-224

–220– F énix n .° 46 / 2017 tensión mundial por la Guerra Fría, contexto en el que Porras asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, encargado por el presidente Manuel Prado y Ugarteche el 4 de abril de 1958, funciones que cumplió mayormente desde su casa de Colina debido al estado de salud en el que se encontraba. El 13 de agosto, Golda Meir le dedica el libro; a los diez días se da la VII Reunión de Cancilleres de la Organización de los Estados Americanos en San José de Costa Rica, donde Estados Unidos condenó la Revolución cubana por el tinte socialista con el que se teñía. Porras tomó la palabra, sostuvo la defensa de la independencia política y la soberanía de Cuba. Esta actitud le valió el desprecio del presidente Prado, por lo que renunció al cargo y se mantuvo ese mes en casa, hasta que el 27 de setiembre murió de un infarto. DE BIBLIOTECA PORRAS A COLECCIÓN PORRAS EL TESTAMENTO OLÓGRAFO El 19 de enero de 1953, Raúl Porras, debido a los avatares de su vida política, el cansancio de una vida entregada a la labor, a la responsabilidad, a la producción acadé- mica y con absoluta consciencia de la importancia y trascendencia de su biblioteca, re- dactó su testamento ológrafo. Allí, además de encontrar detalles sobre la preocupación por su madre, doña Juana, y sus discípulos, expresa su intención de que el conjunto de sus libros pase a la Biblioteca Nacional del Perú para formar una sala que lleve su nombre, bajo la condición de que estos se mantengan indivisibles y que se divulguen por un catálogo especial en el Boletín de la Biblioteca . También dejó establecida la formación de una comisión de amigos que formarán el patronato de ella y decidirán cómo se entregaría todo el material, esta fue integrada por el Dr. Oswaldo Hercelles, Manuel Mujica Gallo, Ricardo Vegas García, Félix Álva- rez Brun y Carlos Fernández Sesarego. El testamento deja ver el gran aprecio que tuvo Porras a Félix Álvarez Brun, su secretario que lo ayudó a «escribir [sus] ensayos históri- cos por cerca de diez años». Bajo la misma hoja, agrega algunos objetos que lega a sus allegados Hugo Neira, Augusto Dammert, Pablo Macera e indica que Jorge Puccinelli integrará la junta de patronato de su biblioteca. El 29 de octubre del año siguiente, Porras redacta su segundo testamento ológrafo a raíz de la muerte de su madre, funesto suceso que generó cambios con respecto al primer testamento, además de la preocupación por el viaje que realizaría el primero de noviembre al Cusco, señala «que por la altura y mi enfermedad del corazón puede serme fatal». Asimismo, el disgusto y decepción generados por su incursión política, fue otro motivo para la escritura de este cambio; este ánimo se evidencia en la siguiente sentencia en su testamento: «Nada me retiene en este país en el que los que pensamos somos tratados como extranjeros, sin derecho civil alguno, por los imbéciles con cha- rreteras». Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.46, 2017

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