Fénix 46, 87-142

–100– F énix n .° 46 / 2017 de idolatrías, donde su obra pastoral y revelación de las idolatrías contribuyen a engrandecer el número de fieles: […] es de considerar que en este pueblo de Sant Damián se dio prinçipio el des- cobremiento de las idolatrías y supersticiones y seremonias de indios que osavan de su jentilidad y que agora en cada año con todos veras se ban continbando a más al servicio de dios nuestro señor con tantas veras como lo muestran en los hechos ya dichos. 41 En estas breves líneas quiero concluir diciendo que don Cristóbal Choquecasa supo involucrarse según sus intereses entre las dos repúblicas, logrando establecer la- zos con las autoridades reales lo que le permitió afianzar su carrera política y fortalecer relaciones con la elite nativa, mediante alianzas familiares, tal como sucedió al con- traer matrimonio con la hermana de don Sebastián Quispe Ninavilca, cacique gober- nador del corregimiento de Huarochirí. La Dra. Karen Spalding, ha revelado la prácti- ca clandestina de rituales prehispánicos que promovía el cacique Quispe Ninavilca en Huarochirí, es poco creíble pensar que Choquecasa no supiese de tales ceremonias. 42 ¿Por qué en ese caso no hizo gala de su espíritu católico denunciando a su cuñado? En este escenario nuestro personaje supo desenvolverse con criterio de negociador político, era la forma más correcta de mantener autoridad y prestigio en la sociedad virreinal. Como ya lo señaló Alan Durston, quien es uno de los grandes estudiosos del Manuscrito quechua de Huarochirí , «Choquecasa está adquiriendo reconocimiento como uno de los escritores indígenas más importantes de la América Latina colonial». De esto qué duda cabe, se debe a los aportes que el mismo Durston ha brindado junto a Frank Salomon, José Carlos de la Puente y Jimmy Martínez Céspedes. 41 BNP. B 352. 42 Spalding, Karen (1981). Resistencia y adaptación: el gobierno colonial y las elites nativas . En Allpanchis. Según la autora, los citados caciques supieron proteger su comunidad sin perder la confianza de las autoridades coloniales en su lealtad hacia el régimen existente. En la época de don Sebastián Quispe Ninavilca I, según el Manuscrito quechua de Huarochirí , se mantuvo la adoración a Chuquisusu, divini- dad del ayllu Cupara. El cuñado de Choquecassa, don Sebastián Quispe Ninavilca II, permitió la con- tinuidad de las ceremonias tradicionales. En 1652, el licenciado Bernardo Barreto de Figueroa, cura beneficiado de la doctrina de Huarochirí, le inició un proceso junto a otros familiares por intento de homicidio a su persona, solo por haber impedido que matasen a Pedro Caxavilca, indio principal de Huarochirí. El cura alega que las hijas y sobrinos del cacique fueron instigados por el cacique en ven- ganza por una anterior denuncia que le había puesto ante el virrey Conde de Salvatierra y arzobispo de Lima por faltas graves a la fe católica. En 1660 su hijo Sebastián Quispe Ninavilca III fue procesado por Juan Sarmiento de Viveros, visitador de idolatrías, por herir a Juan Noblejas, alguacil mayor de las visitas (Idolatrías. Leg. 4. Exp 21). Este cacique contrajo matrimonio con Juana Ignacia, natural de Huánuco, en la parroquia de San Lázaro de Lima en 1668. Y en 1673 bautizó a su primogénita Maria Alberta en la parroquia de El Sagrario (Catedral de Lima). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.46, 2017

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx