Fénix 47, 107-118

–109– B iblioteca nacional del perú Las relaciones de Piérola con la prensa escrita, particularmente con el diario El Comercio , que había cuestionado el contrato Dreyfus (vinculado a la compra de armas), fueron tornándose cada vez más ásperas, hasta el punto que El Comercio sería clausura- do el 16 de enero de 1880 (Basadre, 1961, pp. 2459-2460). Entretanto, la prensa escrita libre de Lima siguió vigente hasta 1881, año en que la llegada de las fuerzas de ocupación chilenas precipitó su definitiva extinción (Gargu- revich, 2015, p. 37). Posteriormente a este acontecimiento, las restricciones a la libertad de prensa im- puestas por el general chileno Patricio Lynch, jefe de ocupación una vez tomada la capital (tras las sangrientas batallas de San Juan y Miraflores), terminaron por impedir, durante toda la guerra, cualquier intento por hacer, a través de los medios de informa- ción, crítica o sátira gráfica alguna a favor del Perú. EL MURCIÉLAGO . MANUEL ATANASIO FUENTES De cualquier forma, sería durante el período anterior al conflicto entre Piérola y el periodismo local que la libertad de prensa permitiría, entre nosotros, la publicación de una memorable hoja impresa periódica orientada a la sátira y la caricatura, lo que se constituye, hasta donde se sabe, la única experiencia periodística de su tipo durante toda la guerra: El Murciélago . Este medio no era una publicación nueva. Su creador, el famoso y erudito jurista, periodista y escritor Manuel Atanasio Fuentes, conocido por el mismo seudónimo que daba nombre a su publicación, la había fundado en 1844 (Salas, 1998, p. 307), casi a inicios del primer gobierno de Castilla, siendo relanzada en una nueva etapa el 6 de abril de 1879, justo al día siguiente de la declaratoria de guerra. Desde aquel número prospecto , El Murciélago sacó a relucir el estupendo manejo del humor de Fuentes, diestro tanto en la prosa como en el verso. Su agudo sarcasmo, tan característico de su estilo, se concentró desde el comienzo en destacar las «cualidades» como «pueblo civilizado» del vecino país del sur, remontándose hasta tiempos pasados. Eran frecuentes, por ejemplo, sus recuerdos de los tiempos de la campaña restau- radora de 1837-38, en la que los ejércitos chilenos, al mando de jefes peruanos, se ha- bían enfrentado a la Confederación Perú-Boliviana, liderada por el general boliviano Andrés de Santa Cruz. La ocupación de Lima por los ejércitos restauradores era evocada por Fuentes como un pasaje oscuro, de violencia y rapiña, que describía a los chilenos como gente inci- vilizada. Entre otras cosas, recordaba la letra de una canción de la época que decía así: Ya llegaron los rotosos De Rancagua y Melipilla, Esos que pinchan, que rajan, Que todo lo hacen astilla Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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