Fénix 47, 31-46

–42– F énix n ° 47 / 2019 estuvo marcada por don Augusto B. Leguía, presidente del Perú en dos oportunidades (1908-1912; 1919-1930). Las relaciones específicas entre este personal de la época de las celebraciones del centenario de nuestra independencia y el gobierno de turno aún están por estudiarse. CONCLUSIONES La gestión de Alejandro Deustua (1918-1928) se desarrolló en un periodo institucio- nal, denominado por Jorge Basadre como el de la «Segunda Biblioteca Nacional», que comprende los años posteriores a la Guerra del Pacífico (1879-1883) hasta el incendio del año 1943. 20 Fue una época donde los directores trataron, cada uno con sus énfasis particulares, de recomponer y ordenar la biblioteca, seriamente saqueada durante dicha contienda. Sin duda, el trabajo realizado por Ricardo Palma, en una primera etapa, des- taca sobremanera por mérito propio. El autor de nuestras Tradiciones peruanas , se encargó de recuperar e identificar nuestro tesoro bibliográfico perdido después de la guerra por cerca de treinta años. Los directores que le sucedieron, entre ellos Deustua, se apartaron un poco del trato directo con los libros, y optaron más bien por engrosar el personal bibliotecario con puestos de portapliegos, meritorio, amanuense, auxiliar y conservador, con lo cual se buscó realizar funciones de carácter organizativo tales como elaboración de catálogos, listados de documentos, así como de ordenamiento de las colecciones. Después de 1912, ya no hubo un despliegue bibliófilo exclusivo: se deja de se- llar los textos con logos o abreviaturas que aludían al director de turno, como lo hacía Palma, tal vez con el propósito de salvaguardar el patrimonio bibliográfico del país, al margen de los elementos egocéntricos que podrían reflejar esta actitud. En fin, al parecer, la función pública se va organizando de manera oficial, dejando de tener características propias de un entorno privado. Deustua, por ejemplo, al alternar el ejercicio de sus funciones con la cátedra universitaria, iba reclutando jóvenes estudiantes para laborar en la biblioteca. En el fondo, pensaba ya en un personal formado en un nivel educativo superior, lo que iba en la línea de su vi- sión elitista. Por su parte, González Prada, jefe institucional ente 1912 y 1918, se preocupó sobremanera por saber el número real de las existencias en las estante- rías y cuestionó contundentemente el trato personal que Palma había dado a los textos. Deustua continuaría esta gestión, como lo hemos señalado, sorteando los diversos obstáculos que se levantaban al mismo tiempo. Sin duda, hubo un inten- to por ordenar para divulgar las existencias de la biblioteca, de tal forma que estos bienes estatales estuvieran al servicio de los ciudadanos. Finalmente, quisiéramos cerrar este artículo comentando un poco sobre el per- fil de Alejandro Deustua como servidor público y político. Es de resaltar que el 20 En mayo de 1943, un incendio destruyó parte del local de la Biblioteca Nacional del Perú. Romero era el director en aquel fatídico momento perdiéndose piezas bibliográficas muy valiosas. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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