Fénix 47, 31-46
–33– B iblioteca nacional del perú Motivado por estas lecturas, Deustua se dedicó más —como él mismo lo seña- la—: «a penetrar en el organismo social para observar sus funciones...» (Riva-Agüero, 1998, p. 168). A partir de sus observaciones concluyó que en política era «preciso buscar causas y no responsabilidades, para encontrar el remedio, y no castigos para fomentar simpatías y no odios» (Riva-Agüero, 1998, p. 172). Una de esas causas era la incapacidad moral de las clases dirigentes, por lo que «habrá revoluciones [...] mientras no se opere en la conciencia de los que dirigen el país» (Riva-Agüero, 1998, p. 173). Es por esta razón que se inclinó totalmente por la educación moral de las elites. Deustua fue ante todo un hombre preocupado por el desarrollo de la educación en el país, pero particularmente la de tipo moral y elitista, en donde el Estado debía tener un rol fundamental como ente rector. Antes que instruir en algún oficio debía educar «para conducir a los hombres hacia la adquisición de hábitos de trabajo, de or- den, sin los cuales no podía haber ciudadanos eficientes» (Eguiguren, 1950, p. 214). Al ser «la inteligencia filosófica mejor cultivada de San Marcos en el último medio siglo» (Eguiguren, 1940, p. CLVII), supo trasmitir sus ideas a las nuevas generaciones a pesar de que en pocas oportunidades tuvo acogida. 3 Sin embargo, fue incansable maestro, llegando, como ya se dijo, a mantener correspondencia con José de la Riva-Agüero, su discípulo, durante más de dos décadas. Su interés pedagógico incluso lo llevó a publi- car por mucho tiempo, para convertirse en un caso de «longevidad intelectual, ya que después de haber cumplido ochenta años, siguió trabajando con las ideas filosóficas y casi nonagenario compuso un libro sobre la Estética de José Vasconcelos y su obra Sistemas de Moral » (Eguiguren, 1950, p. 21). Incansable lector y conocedor de la bibliografía europea 4 con relación a la filo- sofía política del momento, tampoco se fatigó en citar constantemente para reco- mendar lecturas y comparar autores, ejerciendo una influencia notoria en diversas generaciones de alumnos. Sobre todo, en aquellos llamados a conducir el país desde palacio. Deustua creía que gobernar era educar; por tanto, a partir de esta postura 3 En carta dirigida a José de la Riva-Agüero, desde Roma, el 15 de enero de 1910, Deustua afirmaba que ninguno de sus discípulos, con excepción de dos de los más nuevos, le dio el abrazo de despedida; incluso muchos no le habían contestado sus cartas, entre ellos Lavalle, Morales, Palma, Maguiña, Althaus. Además, el ministro de Instrucción propuso al Congreso que le autorizara para deshacer todo lo que había conseguido en la organización de la enseñanza media y superior (Riva-Agüero, 1998, p. 210). 4 Leyó a Seignobos, Guiseppe Ferrari, Lombroso y Laschi, Otonieri, Maura, Bergson, Pascual Villari, Carrer, Giorgio Arcoleo, Pompeo Molmenti, Alejandro Chiapelli, James, Merlen O., Namur Wesmal Charlier, Troilo, Abel Rey, Barzellotti y Bertini. En 1932, las lecturas se inclinan hacia autores hispanoamericanos tales como Alcides Arguedas, Aguilar y Guevara (Riva-Agüero, 1998, pp. 159-271). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019
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